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domingo, 13 de mayo de 2012

“A” O UN INTENTO VANO DE EXPLICAR LO INEXPLICABLE, por Pólux.

        Hace ya más tiempo del que me gustaría escribí "A". Era (¿o debiera decir "es"?) un compendio de lo que no se puede compendiar, un intento por explicar lo que no puede explicarse. Pretendía ser todo y nada, de ahí su nombre “A”. Y ya no puedo seguir sin puntualizar.

        El uso en la primera frase de este escrito del adverbio "ya" matiza en su temporalidad el hecho que se describe. "Hace más tiempo del que me gustaría ..." ubica en el pasado el hecho, pero "Hace ya más tiempo del que me gustaría ..." ubica tal pasado en relación a un presente inmediato, es decir, relativiza y condiciona la apreciación de ese pasado a la perspectiva o subjetividad del momento presente, es entendido desde el presente "ahora", dejando abierta la posibilidad a la interpretación que en cada uno de todos los presentes que son cada instante en el tiempo, pueda tenerse de un hecho pasado. Lo que somos en cada instante condiciona ese presente. Es esto algo tan obvio que parece caprichoso haberlo expresado. Pero así tal vez consiga que no se me olvide lo obvio.

        ¿Cómo puede compendiarse lo que no compendiarse puede, o explicarse lo que se define sin explicación?. En realidad esto no es más que un juego de palabras para referir lo que no puede referirse con palabras, de ahí la dificultad de escribir “A”. De lo inexplicable no significa que no exista explicación porque no tenga una causa, sino porque no se le conoce. Y aunque no pueda explicarse sí puede describirse. Y creo que eso era (¿o "es"?) lo que hacía en "A", describir como única vía de explicación.

        El uso del "se" impersonal que he hecho en lo escrito me parece injustificado, injusto (aunque insustituible). Nada de lo que he escrito es impersonal, más bien todo lo contrario, muy personal. Y el impersonal, por impersonal, generaliza. Y generalizar lo personal, subjetivo y particular es injustificado e injusto. Injustificado porque de una cosa no se sigue la otra, e injusto porque ni por un lado puede imputarse a los demás lo propio de alguien, ni por otro puede alguien perder lo propio imputándoselo a los demás.

        Sólo quería con esto demostrarme una vez más el acervo que encierran las palabras, la dificultad para expresar los sentimientos con letras, lo justificadas que pueden llegar a ser las licencias que a veces se toman en las expresiones lingüísticas como forma de matizar el sentido estático y pétreo de las palabras para acercarlo lo más posible a la plasticidad del pensamiento, de la imaginación, de lo que la palabra no es pero intenta referir.

        “A” lo es todo, porque todo lo pretende, pero también nada, porque nada consigue, aunque tal vez el mero intento sea ya un logro. Sólo sé que siempre acabo donde empecé, porque en realidad la contradicción dialéctica expresada en este escrito no existe más allá de él. Incluso podría generalizar diciendo que la contradicción no existe, pero las razones para ello serían más bien objeto de otro comentario.

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