Siempre hemos creído que la inteligencia es una ventaja adaptativa que favorece claramente a quien más la posee. Tal vez en un mundo igualitario, en el que existiera una relación directa entre capacidades y consecuencias, podría ser así, pero en la vida y el sistema social que tenemos las oportunidades son aleatorias y en muchos casos dependen de personas que no saben apreciar las capacidades de los demás.
Recuerdo, por ejemplo, como en mi clase del colegio, siendo aún pequeño, había algunos compañeros que destacaban claramente por su inteligencia, sus capacidades para comprender, estudiar, memorizar. Sacaban las mejores notas. Y así sucedía curso tras curso.
En el transcurrir de la vida he visto como muchos de ellos no han destacado lo más mínimo en sus vidas. Las razones pueden ser muy variadas, pero estoy convencido de que en bastantes casos no han sido valorados ni por las personas a cargo de esa valoración ni por las pruebas que deberían hacerlo.
Vivimos en un mundo lleno de oportunidades, que normalmente suelen estar más al alcance de los oportunistas que saben aprovecharlas que de las personas más capacitadas que sacarían un mayor partido de ellas.
La inteligencia debe ser una ventaja, y lo es, pero no siempre posibilita alcanzar una mejor posición ni personal ni social, simplemente porque hay otros condicionantes que tienen más peso.
Al menos pensaríamos que la inteligencia no es una desventaja, y tal vez no lo sea, pero es cierto que hace a algunas personas más sensibles a comprender, sentir y plantearse ciertos problemas sin los que se vive mejor, y eso no sé si es una ventaja adaptativa.
Por Pólux.