"MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA"
de Woody Allen
Comentario de Prometeo (14/12/2014)
Después de dirigir “Blue Jasmine”,
creo que una de sus mejores películas de los últimos años, Woody Allen vuelve a
uno de sus tópicos en cuanto a contenido con “Magia a la luz de la Luna”, una
comedia romántica, más bien ligera, en la que vuelve a tocar el tema del
racionalismo científico, cercano al empirismo, frente al carácter transcendente
de la religión y la idea de Dios y del más allá –lo racional frente a lo
irracional-, todo ello aderezado con, tal vez, el único sentimiento capaz de
competir, sin argumentos, frente a la discusión de las dos posiciones antagónicas
dichas, el amor.
La acción se sitúa en 1928 (no es
la primera vez que recurre a esa época). Un famoso mago, racionalista,
cientificista, culto, seguro de sí mismo, prepotente, irónico y sarcástico (protagonizado
por Colin Firth -Stanley-), es invitado por un compañero de profesión a
desenmascarar a una joven y dulce señorita que actúa como médium y adivina (protagonizada
por Emma Stone -Sophie-), que se encuentra ejerciendo sus poderes en la Costa
Azul de Francia al servicio de una acaudalada familia, cuyo hijo está
abiertamente enamorado de ella. El racionalista mago, cuyo argumento es fácil y
directo –la mediun es una farsante ya que dice entablar conexión con el más allá,
lo cual es imposible ya que científicamente es evidente que ese más allá, del
que ninguna experiencia tenemos, no existe-, verá que no es tan fácil como
creía desenmascarar a la joven, por la que, poco a poco, va sintiendo cierta
atracción. Y poco más puede desvelarse para evitar perder el interés por el
camino que toman los acontecimiento, incluido el final.
Explicado así parecería una
película más marca Allen, y en general lo es, lo que le quita originalidad y
sorpresa. Sin embargo añade unos elementos que la hacen interesante y
entretenida, y que podríamos resumir en los siguientes:
1- La construcción del personaje
de Colin Firth –Stanley-, altivo, prepotente y con una excesiva seguridad en sí
mismo (que le hace sentirse superior, incluso genial), le permite unos
comentarios llenos de ironía y sarcasmo hacia los demás (en especial hacia
Sophie), originales y llenos de un humor contenido que hace sonreír en muchas
ocasiones.
2- Asimismo, el personaje de
Sophie podría definirse de una inocencia maliciosa, capaz de defenderse por sí
sola frente a los insidiosos comentarios de Stanley, yendo poco a poco
ganándole terreno a éste, hasta trastocar sus más sólidas creencias, algo
inicialmente impensable.
3- Como suele ser habitual en
Allen (aunque sea más de lo mismo), hace unas buenas descripciones psicológicas
de sus personajes, construye un interesante lenguaje coloquial culto y filosófico,
con acertadas alusiones a Nietzsche y Freud, y con la discusión de fondo sobre
Dios y su necesidad para la felicidad. En este caso construye un argumento en
el que puede adaptar a la perfección esos diálogos.
4- A pesar de no ser una gran
producción (a película por año difícilmente lo puede ser), se cuida con esmero
la ambientación, el vestuario y la fotografía, lo que siempre es de agradecer y
redunda en la calidad final del producto.
5- El trabajo de los dos actores
principales (Colin Firth y Emma Stone) es impecable. Tanto la relativa y
contenida comicidad del personaje de él como la inocencia del de ella, que deja
traslucir intenciones nada inocentes, bases en las que se asienta la fuerza
expresiva de la historia, se transmiten eficazmente por los actores. Y de los
personajes secundarios (muy cuidados tanto en la historia como en los actores
que les dan vida) decir que también están llenos de matices psicológicos que ayudan
a definir y matizar los diálogos y pensamientos que representan los dos
personajes principales, conformando como un todo unificado la historia que se
cuenta.
En cuanto a la dirección, poco
tiene que demostrar ya Woody Allen, que saca adelante cualquier proyecto con su
sólo oficio. En este caso creo que está correcto, como toda la película, que no
parece tener mayores pretensiones que las de mostrar con calidad el mundo
propio que ha creado y le caracteriza.
Como aspectos negativos, diría
dos, que más que negativos serían realmente limitaciones. El primero ya lo he
referido al decir que es una película más marca Allen, con la típica música de
charleston y jazz que tanto usa (incluidos los títulos iniciales), y sometida a
sus conocidos tópicos y diálogos, lo que, si bien visto como película aislada serían
virtudes, dentro de la filmografía del director le resta originalidad y
frescura. El segundo es la coherencia interna de la historia. El giro que toman
los acontecimientos y el final podrían entenderse algo forzados, aunque creo
que bien entendido no tanto. Claramente el director (también autor de la
historia) busca mostrar debilidades y fortalezas del género humano, y creo que
la historia está también al servicio de ello, por eso no estoy muy de acuerdo
con las críticas que he leído que tachan de increíbles y poco realistas los
cambios en la historia y determinadas escenas como la del observatorio
astronómico donde se resguardan de la lluvia Stanley y Sophie. No hay que
buscar coherencia en esas situaciones, sino formas de explicar el
comportamiento humano. Es por todo ello que esos dos aspectos negativos lo son
relativamente.
Para terminar diré que desde
luego es una película a la medida de los incondicionales de Woody Allen, pero
que, en cualquier caso, entretiene por su contenido y la perfecta factura de su
ejecución, con toques de humor que la amenizan y facilitan su comprensión, nada
difícil por otro lado, ya que, al fin y al cabo, trata de algo más mundano que
las referencias filosóficas que la ilustran, el amor, sin desmerecer la vieja discusión
entre lo racional y demostrable (ciencia) y lo irracional e inexplicable (Dios)
que contiene. Entretenida y agradable de ver y escuchar, merece la pena ir a
verla, y así descansamos un poco también de tanta acción, violencia y fantasía de
las películas que llenan las carteleras.