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sábado, 1 de diciembre de 2012

INTRODUCCIÓN. ORFEO, PÓLUX, Y LA LLUVIA A MEDIDA.

  Bienvenidos, al fin de semana y a este blog.

  La canción prometida para hoy de Orfeo la pondremos finalmente mañana (cambios de última hora). Nos hace ilusión por ponerla, pues nos ha gustado mucho. Pero esperaremos a mañana, qué remedio.

  Hoy publicamos en su lugar la primera parte de una historia de Pólux, titulada "Una historia con química". Nos ha sorprendido un poco porque no está en la línea a la que nos tiene acostumbrados. Cuenta en esa ocasión su relación con la química en su época de estudiante, aunque después de leerla nos parece que más que a estudiar se dedicaba a otras cosas. Trata más bien de una historia anecdótica motivada por su interés por una parte de la química, la de las reacciones que producen explosivos y fulminantes.

  Esta primera parte trata de cómo consigue una fórmula "rara" pero que funciona y como experimenta con el fulminante que produce. La segunda parte, que tendremos el fin de semana que viene, trata de la inesperada y extravagante relación que establece intentado conseguir los productos para continuar con los experimentos, ya que su primera fuente de abastecimiento deja de serlo.

  Podemos pasar un rato entretenidos con esta historia. Esperamos que os guste. La primera parte la tenéis tras esta entrada, en su página, y en el enlace de los títulos móviles, como siempre.

  En los títulos móviles os dejamos, como cada fin de semana, nuevas sugerencias.

  Hemos tenido una semana de lluvia, de la que nos quejamos, porque queremos una naturaleza a medida, pero no sólo eso, la queremos a nuestra medida, a la de cada uno. En fin las incoherencias que se dan en nuestras mentes humanas y que subsisten como si tal cosa. Lo pensamos y lo deseamos, sin más. ¡Qué lejos está a veces nuestra mente de la realidad! Vive en su mundo. Y es que somos así porque estamos hechos así.

  Por cierto, esperamos que os guste la foto de portada de hoy. Es distinta. ¿Os imagináis cómo está hecha?

Por Cástor y Pólux.

ARTÍCULO. UNA HISTORIA CON QUÍMICA, parte I.

UNA HISTORIA CON QUÍMICA, PARTE I.
Por Pólux (01-12-2012)


Siempre me atrajo la química. Es una de las pocas aficiones que llegué a dejar con el tiempo, aunque no el interés por ella.

Recuerdo aquel primer (y último) año estudiando la carrera de química …, fue toda una liberación a nivel personal. Pero no es de eso de lo que quiero hablar.

Mi interés por la química, y por la ciencia en general, lo ha sido no sólo a nivel teórico, sino también a nivel práctico.

Por aquel entonces conseguí (los precios prohibitivos me obligaban a “buscarlos” por ahí) mi primer matraz, tubos de ensayo, vaso de precipitación, útiles para observar por un pequeño y maltrecho microscopio, al que mantenía con un par de objetivos de los cuatro o cinco que tenía originariamente, etc. Los tubos de ensayo, con improvisados tapones, descansaban en una plataforma de poliestireno expandido preparada al efecto (eso que vulgarmente llamamos corcho blanco y se utiliza en el envoltorio de electrodomésticos), algo cutre pero efectivo.

En aquella época -y creo que aún hoy- trabaja en los laboratorios de la Universidad un conocido que tenía mi misma afición, pero bastante más desarrollada en todos los sentidos. En una ocasión me enseñó el pequeño laboratorio que tenía en su casa. Aquello me impresionó, y cuando comparaba mi “laboratorio” con aquello sólo me venía una palabra a la cabeza, “porquería”, y una sensación, “desánimo”. Pero como era lo único a lo que podía aspirar, dados mis muy limitados medios, no me quedó otra que reponerme.

Aquel conocido me enseñó mucho, trucos, fórmulas, mezclas, compuestos … Se ve que disfrutaba enseñando tanto como yo aprendiendo. Y mira por donde también coincidíamos en una predilección dentro de nuestra afición, los explosivos. Como no podía ser de otra forma, él no sólo preparaba compuestos explosivos y fulminantes, también probaba pequeños cohetes. En mí el tema de los cohetes se redujo a enviar algunos tornillos no sé aún donde, pero desde luego bastante lejos. Para ello ideé un pequeño dispositivo con un explosivo y algo de fulminante, sobre lo que descansaba, más o menos encajada, la cápsula elevadora, es decir, el tornillo. Un par de retorcidos cables llevarían corriente desde la fuente de alimentación, es decir, una pila de petaca, hasta el fulminante, que haría explosionar el explosivo, lo que a su vez enviaría por los aires la “cápsula”. Ni que decir tiene que tomaba mis medidas de precaución, pues nada me aseguraba que aquello no reventara y el tornillo me diera en un ojo. Así que me parapetaba tras una puerta.
Creo que de todo eso lo que realmente más me entretenía y gustaba era idear artefactos e intentar llevarlos a la práctica. Sólo podía suplir la escasez de medios con algo de ingenio, y ese reto era lo que realmente me gustaba.

Un día el conocido del que antes he hablado, me dio la fórmula de un fulminante muy sensible, con las oportunas advertencias, por supuesto. Incluso me comentó que muchos entendidos en química no sabían que aquellos dos compuestos podían llegar a reaccionar formando el fulminante, y me propuso que se lo preguntara a mi profesor de prácticas de laboratorio, “apuesto a que no tiene ni idea”, me dijo. Así lo hice, le pregunté al profesor y éste, muy seguro de sí y como si le estuviera preguntando la tontería propia de un novato de primero, me contestó que esos compuestos no reaccionaban. Ante él quedaría como un novato pero por dentro me sentía triunfador. Ja, ja, era verdad, no tenía ni idea.

Por un motivo de seguridad no voy a revelar los “ingredientes” de la fórmula del fulminante, sumamente sencilla, aunque más bien diría que peligrosamente sencilla. Sólo añadir que eran dos los elementos que se necesitaban, uno se podía adquirir fácilmente y muy barato en el comercio normal, de hecho en todas la casas siempre ha habido un bote de ese producto (aunque casa vez se usa menos). El otro elemento era más complicado de conseguir, pero mi conocido me dio una pista, “prueba en las farmacias”. Lo primero que hice fue preguntar en una tienda de productos químicos de laboratorio y casi me da un espasmo cuando me dieron el precio. No era una opción. Entonces puse en marcha la segunda y más clara opción: la farmacia.

Pero aquello no era tan fácil como ir a pedir aspirinas, tenía que llevar preparada una buena razón para pedir aquello, más que por ser peligroso, que no lo era, por la rareza que suponía que alguien se interesara por ese producto.

El suegro de un tío, un señor mayor que tenía una farmacia cerca de mi casa, era mi primera y mejor opción, aunque parecía demasiado serio para mis intenciones. Era una farmacia muy antigua (dentro podía leerse la palabra botica en varios estantes) y tenía restos de productos que antaño utilizó para hacer análisis clínicos y no sé que más cosas, porque lo que yo buscaba desde luego no servía para eso. Cuál no fue mi sorpresa cuando me dijo que lo tenía. Entonces llegó la pregunta:

-Para qué lo necesitas.
-Es que estoy estudiando química y estamos haciendo unas prácticas en el laboratorio…, y me gustaría repetirlas en casa –le mentí lo mejor que supe.

Menos mal que no me preguntó en qué consistía la práctica, porque le habría tenido que soltar un rollo de cuidado.

Con lo poco que me dio comencé mis prácticas. Pero las primeras muestras se estropearon en conseguir las proporciones adecuadas para la reacción y en hacer pruebas con el resultado.

La siguiente vez el suegro de mi tío me puso más problemas para darme aquello. Supe entonces que no habría una siguiente vez. Se ausentó unos instantes para atender a un cliente y yo aproveché para abrir la estantería donde tenía el producto y coger todo lo que pude escondido en un folio A4 que llevaba encima, doblándolo mal y deprisa. Pero no me vio. Él me dio un poco más y me dijo que eso era todo lo que podía darme, que eran productos muy caros y que las prácticas las hiciera como todos en el laboratorio. Es curioso como cambia la visión que podemos tener de las personas. Aquel farmacéutico me había parecido siempre (en mi infancia y hasta poco más del inicio de mi juventud) alguien serio, mayor, ajeno, cortante, de difícil trato, pero con el tiempo comprobé que eso derivaba más de mi percepción que de la realidad. Era una persona afable, tan solo un poco “antigua” en cuanto a mentalidad y trato, propio de su edad por otra parte.

Pronto se me plantearía el problema de conseguir más “materia prima”, pero mientras tanto había conseguido suficiente para una temporada. Inicié más ensayos y fui depurando la técnica para manejar el fulminante una vez preparado. El fulminante era el resultado de una disolución. Una vez producida la reacción química (podía tardar 15 ó 20 minutos de forma natural, sin ayuda) retiraba el producto, que tenía que secarse. Una vez seco ya tenía el fulminante, que era tan sensible que apenas se podía manipular. Eso lo descubrí a base de que me explotara en mis propias manos muchas veces, pero no pasaba nada grave, pues eran pequeñas cantidades y se trataba de un fulminante, no de un explosivo.

El fulminante es una sustancia que explosiona de forma rápida y con cierta facilidad, pero con poca potencia, y se suele usar para iniciar la reacción del explosivo, de explosión más lenta pero más potente. Este procedimiento es el que se usa para las balas de las armas de fuego. Un ejemplo de fulminante lo tenemos en las cerillas que usamos para hacer fuego, que explosionan con el simple roce.

Había, pues, que preparar aquello para su uso antes de que se secara, lo que sucedía en 10 ó 15 minutos. Como no sabía bien como manipularlo, y dados los problemas que ello me estaba causando, comencé a hacer paquetitos de papel para su almacenamiento, que tampoco me solucionaban mucho el problema, pero que me hicieron ver que podía usarlos como petardos. Hacía una especie de tubito de papel enrollándolo, y después cerraba uno de los extremos simplemente retorciendo un poco el papel, como si fuera el lado de un caramelo, dejando abierto el otro extremo para rellenarlo con el fulminante, para después cerrarlo retorciéndolo igualmente. Lógicamente tardaría más tiempo en secarse el fulminante, así que solía dejar los cartuchitos para usarlos al día siguiente. Llegado el momento sólo había que dejarlos caer al suelo, y al impactar contra éste explosionaba con un fuerte ruido, con humo incluido, y dejando una amplia mancha (un círculo de casi un metro de diámetro) de color morado oscuro con muy mala pinta. Pero desaparecía por sí sola en una hora o poco más. Aquello impresionaba y se prestaba además a una amplia gama de bromas.

viernes, 30 de noviembre de 2012

INTRODUCCIÓN. MÁS MÚSICA DE ORFEO Y ACTITUD POSITIVA.

  Mañana sábado os presentaremos una nueva canción de Orfeo, titulada "Sombras". Es algo diferente y original, lleno de matices y con ausencia de convencionalismos. Desde luego a nosotros nos ha encantado escucharla. Esperemos que sea del gusto de la mayoría. Mañana hablaremos algo más de ella.

  Seguimos pasando por la vida ... y nos siguen hablando del optimismo como un valor positivo y necesario para ser feliz, frente al pesimismo, asemejado al realismo, como valor negativo que produce infelicidad.

  Eso es una simplificación inaceptable, que puede tener parte de razón, pero eso, sólo parte.

  Una aptitud positiva ayuda, es incluso necesaria en muchos momentos, pero no podemos decir alegremente que sea positivo a quien está pasando un mal momento y todo lo ve negro. Ese es su problema en ese momento, la incapacidad de una actitud positiva, de una esperanza que le reconforte. En ese punto, por desgracia, no suelen servir para nada cuatro consejitos de autoayuda,  pues no se tiene la capacidad de autosuperarse,  o al menos es muy difícil hacerlo.

  El problema no es que esa actitud positiva que se quiera transmitir no sea cierta y útil, sino que se puede acabar teniendo la idea de que si no tienes esa actitud eres una persona negativa, lo que puede hundir aún más a quién esté lidiando con una depresión, o a quien tenga el ánimo por los suelos y no tenga la capacidad de reponerse con esa actitud positiva postulada.

  Para cuando estás bien, la autoayuda es una buena compañera de viaje, pues ayuda a ser más consciente de uno mismo y de la forma de mejorar, lo cual es un gran valor.

  Pero cuidado, hay situaciones muy comprometidas en las que hay que ir con mucho cuidado.

Por Cástor y Pólux.
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jueves, 29 de noviembre de 2012

INTRODUCCIÓN. LUNA LLENA.

Anoche hubo luna llena. Todo un espectáculo. Y eso que su distancia a La Tierra superaba, por muy poco, los 406.000 kilómetros (superior a la media). Pero no sólo la distancia influye para que su vista sea más o menos impresionante. La limpieza y la estabilidad de la atmósfera así como su altura en el horizonte son aspectos que también influyen. Hasta nuestro estado de ánimo lo hace.


Estos días pasados, sobre las siete y media de la mañana podía verse aún La Luna baja en el horizonte, redonda, brillante y grande, muy grande.


Siempre nos han gustado especialmente las puesta de Luna. Al igual que sucede con el sol, pues el fenómeno físico que lo produce es el mismo, va tomando un tono amarillento hasta tornarse anaranjada y hasta rojiza (dependiendo de la situación de la atmósfera). No sucede de forma tan intensa como con el sol dado que su brillo es mucho menor, pero resulta igualmente impresionante el cambio de color. Y ya a punto de ponerse parece ser aún más grande (fenómeno que igualmente sucede al sol).

Son fenómenos que están ahí y suceden todos los días, pero que generalmente no solemos ver, principalmente porque no sabemos mirar. Nosotros tenemos suerte porque desde nuestra atalaya se ve el horizonte perfectamente, y no hay ningún bloque de pisos que nos quite la vista.

Por Cástor y Pólux.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

INTRODUCCIÓN. CUMPLEAÑOS DE HELENA DE TROYA Y LA PERCEPCIÓN DEL TIEMPO.

  Ayer fue el cumpleaños de nuestra querida colaboradora Helena de Troya, y por diversos motivos no pudimos felicitarla, pero lo hacemos hoy.

  Y le regalamos este ramos de flores, además de todo nuestro cariño. Un beso muy grande, Helena de Troya.




¡¡ FELICIDADES, HELENA DE TROYA, QUE CUMPLAS MUCHOS MÁS!!.

  De qué distinta forma se percibe el paso del tiempo, desde la subjetividad de uno mismo y desde la objetividad de los demás.

  Difícilmente percibimos el paso del tiempo en nosotros mismos, nos sentimos iguales, los mismos de siempre y apenas notamos cambios exteriores. Pero cuando miramos a los demás la cosa cambia, ellos sí parecen envejecer. En parte creemos que ello se debe a que nosotros nos observamos día tras día y apenas apreciamos los cambios, lo que no sucede con los demás, pero sobre todo creemos que se debe a una percepción totalmente subjetiva. No nos vemos igual a nosotros que a los demás, simplemente porque somos nosotros, cada uno y no los demás. Es una especie de ley que simplemente se cumple, y que podríamos enunciar como "yo soy único y uno, un continuo, los demás son la suma de las partes que de ellos percibo y por tanto discontinuos". Nos vemos de forma unitaria y continua, nos percibimos integralmente como una unidad que no cambia, sentimos que somos los mismos de siempre.

  Sin embargo la percepción de los demás es fragmentada, parcial. Es una visión radicalmente distinta que nos lleva a una aprehensión distinta, la de que cambian de forma distinta a nosotros mismos. Así funciona nuestra mente, que se percibe a sí misma de forma distinta a lo que es exterior a ella.

Pero no sabemos que tiene Helena de Troya que es la excepción a esa ley que hemos expresado. ¡Ay Helena, Helena!, ¿no será que nos nublas la razón con tus encantos?

- No sé tú, Cástor, pero yo he de confesarlo, me crujen los huesos cuando Helena de Troya pasa por delante mía. Cualquier día me pregunta qué es ese ruido. Y a ver qué le contesto.


Por Cástor y Pólux.

martes, 27 de noviembre de 2012

INTRODUCCIÓN. CIENCIA Y REALIDAD.

  Siempre nos ha gustado la ciencia porque es fuente de una verdad tangible, directa, contrastable. Ningún otro tipo de verdad tiene esas características. Su validez es incuestionable. Se suele aducir en contra que sólo es válida en la realidad observable empíricamente, pero que esa no es toda la realidad. Creemos que eso no es un argumento en contra, es una forma distinta de entender la realidad, que no todos comparten.

  Puede ser que exista una realidad no tangible, pero eso no cambia nada, pues la ciencia sigue teniendo la misma validez. La ciencia no dice que no exista o no pueda existir una realidad que no pueda abarcar, sino que, caso de existir, es inabarcable con el método científico. ¿Qué otros métodos hay para conocer?, ¿la filosofía, la religión, la astrología, las ciencias de lo oculto? Esas disciplinas sólo hablan de lo que no se puede conocer, especulan con una realidad que no sabemos si es.

  La ciencia no puede hoy por hoy abarcarlo todo. Lo inabarcable e inexplicable es sólo eso, inabarcable e inexplicable. Se puede vivir con ello sin necesidad de recurrir a explicaciones indemostrables.

Por Cástor y Pólux.

lunes, 26 de noviembre de 2012

INTRODUCCIÓN. MANCHAS SOLARES.


Varios grupos de mancas solares.
  Si miráramos el Sol a simple vista (con un filtro, por supuesto, para no dañar la vista), nos parecería un disco perfecto, tanto por su circunferencia como por su homogéneo brillo. Pero si pudiésemos aplicar algunos aumentos (mirar, por ejemplo, a través de unos prismáticos -siempre con filtro o proyectando la imagen, pero nunca a simple vista-) es posible que viéramos algunas de las llamadas manchas solares.

  Su color oscuro les hace parecer manchas, pero en realidad son zonas de la fotosfera que no están tan calientes como su entorno, apareciendo por ello más oscuras. En realidad, si una mancha estuviera aislada en el cielo nocturno brillaría más que la Luna llena.

  Pero lo curioso es que los grupos de manchas son predecibles a grandes rasgos, y no porque conozcamos perfectamente su mecanismo de formación (existe una explicación para la mancha en sí, pero no para el mecanismo subyacente), sino porque están asociadas al llamado ciclo Solar, que viene a durar unos 11 años aproximadamente (la duración varía de un ciclo a otro, no es homogénea). En realidad el ciclo solar tiene el doble de duración, unos 22 años, ya que cada 11 años tiene lugar una inversión de los polos magnéticos solares y 22 años es el tiempo que transcurre para que el Sol retorne a su configuración original. Éste es un ciclo muy estudiado y conocido. De hecho existe hasta un índice que permite conocer de forma directa y sencilla el comportamiento de la actividad solar. Puede determinarse diariamente a partir de la observación del número de manchas. Es el número de Wolf, un número relativo que se ha usado durante varios siglos y aún hoy es de utilidad.

Detalle de la estructura de una mancha solar.
  El número de manchas (y por tanto el número de Wolf) varía con el ciclo de 11 años, por eso, sabiendo en qué parte del ciclo nos hallamos, podemos saber de antemano si serán visibles muchas o  pocas manchas. Nos hallamos en el ciclo número 24 (antes no se conocía suficientemente para llevar un control exhaustivo), y parece ser que nos acercamos al máximo del ciclo, es decir, cuando más manchas pueden verse. Algunos expertos lo sitúan en mayo de 2013, pero no es más que una predicción basada en la observación de la evolución de las manchas y de los ciclos anteriores, pues no se conoce la razón del ciclo ni una explicación total del fenómeno.

  Si tenéis unos prismáticos o un pequeño telescopio, o conocéis a alguien que los tenga y esté dispuesto a compartirlos, es un buen momento para intentar ver alguna mancha solar o grupo de manchas. Eso sí, utilizando filtros adecuados. En su defecto está el socorrido y fácil método de la proyección en una pared o una cartulina blanca (es el que nosotros siempre hemos utilizado y nos ha dado buenos resultados), pero hacedlo con cuidado, pues puede estropearse alguna lente (lo mejor es informarse bien antes).

Por Cástor y Pólux.

domingo, 25 de noviembre de 2012

INTRODUCCIÓN. NUESTRA NATURALEZA, "FIN" Y ORFEO.

Lo prometido es deuda. El domingo pasado pusimos como foto de cabecera la más votada de la galería de fotos, y dijimos que este domingo pondríamos la que quedó segunda. Pues ahí la tenéis, ¡a refrescarse!.

¡Qué dada es nuestra naturaleza a los pequeños detalles! Al menos en términos generales. Por ejemplo, nos suele gustar mucho introducir pequeñas diferencias, poca cosa, cuando describimos hechos, sobre todo los referentes a nosotros mismos. Así, si medimos 1,98 m. decimos que medimos 2 metros, si ganamos 1.800 euros al mes contamos que ganamos 2.000 euros, si desde hace dos años nos vamos de vacaciones a un país europeo distinto, comentamos que todos los años nos vamos en vacaciones a un país europeo, si nuestro jefe nos dice que está contento con un trabajo que hemos realizado, referimos que nuestro jefe está contentísimo con nosotros, si vemos de lejos por la calle a una persona famosa, decimos que nos hemos cruzado con ella.

Ya veis, pequeñas diferencias con las que solemos mostrarnos. No son, evidentemente cosas importantes, pero todo ello denota algo importante de nuestro carácter, que nos gusta sentirnos importantes y paladear la admiración de los demás. Por la misma razón por la que pensamos que no guardan relevancia esas diferencias por ser detalles sin importancia, podríamos no cambiarlos y referir los hechos tal como fueron. Pero no lo hacemos. A quien nos es más fácil engañar es a nosotros mismos.

Si en pequeñas cosas somos así, ¿de qué nos extrañamos cuando un cargo público o privado, un alcalde o un compañero de trabajo se apropia de cosas más importantes?

Ayer Prometeo nos comentó la película "Fin", estrenada el viernes (hace dos días). Merece la pena que leáis su comentario, tanto si habéis ido ya a ver la película como si no, pues siempre es bueno contrastar distintas opiniones. Como veis, en Obtentalia tiene cabida todo.

A nuestros compañeros técnicos, a los que recurrimos para preparar algunos contenidos, cambiar formatos de audio o vídeo, preparar vídeos y otras cuestiones más complejas, les ha sido imposible preparar a tiempo el material que a última hora nos proporcionó Orfeo. Y no nos gusta publicar contenidos que no estén preparados como es debido, no hay ninguna necesidad de ello. Esperamos a la semana que viene y ya está. Así que ya sabéis que el fin de semana que viene tendremos una nueva canción de Orfeo.

Orfeo nos propuso dos canciones para que eligiéramos la que más nos gustara. Ambas nos parecieron buenas, pero una es especialmente original y distinta. Es larga, como la mayoría de sus canciones (algo más de ocho minutos, lo cual tampoco nos parece excesivo).

Esperamos que os gusten las propuestas que os hacemos para esta semana. Las tenéis en los títulos móviles. Para buscar otros contenidos podéis usar el buscador, el archivo del blog, las entradas populares, las páginas de los colaboradores, o podéis moveros hacia abajo en la página principal para ver entradas anteriores.

Ojalá que la semana que empieza mañana nos sea favorable, y si no es así, ojalá que seamos capaces de cambiarla a nuestro favor, y si eso tampoco puede ser, no nos quedará más que sobrellevarla lo mejor posible.

Gracias por compartir un poco de vuestro tiempo de este domingo con nosotros en Obtentalia.

Por Cástor y Pólux.