La tecnología hoy es un despropósito, pues además de estar al servicio del bienestar lo está ante todo al de la economía.
Es más fácil y barato producir en masa con bajaba calidad y asumiendo los costes de devolución de la producción deficitaria, que producir con calidad.
La consecuencias de todo ello es la alta proporción de aparatos nuevos que no funcionan o lo hacen mal. Es una molestia que nos recuerda constantemente nuestro sometimiento a la economía de mercado.
Aquí mandan, como siempre lo han hecho, los más espabilados, quienes ponen las reglas que les son beneficiosas y que todos acatamos, a falta de voluntad o poder político para regularlo.
Por Cástor y Pólux.