MATERIALISMO Y REDUCCIONISMO EN LA CIENCIA.
Por Pólux (18 de enero de 2015).
No es la intención de este breve artículo hablar de las distintas concepciones filosóficas del materialismo y el reduccionismo (sobre lo que podrán encontrar mucha información en internet), ni desgranar el materialismo científico propiamente dicho. Tan sólo me voy a referir al materialismo y al reduccionismo en un sentido amplio y aplicado particularmente al método científico.
Definiremos, pues, el materialismo como la corriente de pensamiento que entiende la materia, la realidad física observable y cuantificable, como la esencia primaria de todo, como aquello que está en la base tanto del mundo material como del mundo espiritual, entendiendo por éste la conciencia, el pensamiento y aquellas manifestaciones que no parecen tener un correlato material directo. El materialismo, definido de esta forma genérica, entendería, pues, que la naturaleza, la esencia y el origen del alma, por ejemplo, se encuentra y se explica a partir de la materia que forma nuestro cerebro, o que el amor surge en las redes neuronales cerebrales. En contra de esta concepción está el idealismo.
En cuanto al reduccionismo, lo podríamos definir de forma genérica diciendo que es la corriente de pensamiento que postula que el método para conocer y entender la realidad es el estudio de sus partes. En contra de ello se encuentra el holismo, que postula que el todo es algo más que las partes que lo componen. Por ejemplo, un concepto holista en Biología consideraría que un ser vivo no puede comprenderse en su totalidad en función de sus componentes químicos.
La ciencia, con su método, es la que nos ha llevado al progreso y desarrollo actuales. Eso lo creo incuestionable. A quienes creemos en el método científico como única forma de conocimiento válida para intentar comprender el mundo, se nos suele tachar de materialistas y reduccionistas. Mucho de cierto hay en ello, pero bien entendido, pues suelen usarse esos dos calificativos más como una ofensa que como argumentos.
El materialismo de la ciencia forma parte de su misma esencia, pues su objeto es aquello que puede medirse y cuantificarse, aquello que es susceptible de ser observado bajo parámetros controlados. Pero este materialismo no es una reducción, es una definición. Nada afirma la ciencia de lo que no es su objeto, simplemente porque no puede aplicarle su método. Esa es una postura coherente. Lo que no es coherente es afirmar cosas sin más base que la pura subjetividad y la imaginación. ¿Quién nos asegura que lo que afirma alguien sobre un espíritu que le persigue es algo real, si la única garantía para creerlo es su palabra (subjetividad) y su capacidad para explicárnoslo (imaginación)? Seguramente habréis leído el libro o visto la película "El Señor de los Anillos", que recrea un mundo complejo donde casi todo es posible, con una indudable coherencia interna atendiendo a sus leyes propias (prácticamente esa es la definición de un sistema cerrado). ¿Qué diferencia esa película de ciertas creencias filosóficas, religiosas o construcciones paranormales y del más allá que afirman la existencia de todo un mundo diferente al material del que nos dan hasta sus características (por ejemplo los atributos de Dios o las características y formas de manifestarse un espíritu), y del que nos aseguran tener experiencia, pero del que yo jamás he tenido experiencia alguna? Voluntad, a eso entiendo que se reduce todo, voluntad de creer o no creer, pura relatividad. La ciencia, sin embargo, no depende de la voluntad. Limitada lo que se quiera, lo que describe puede se experimentado por todos.
El reduccionismo de la ciencia también forma parte de su misma esencia, pues sólo puede conocer aquello que viene definido como su objeto (lo medible y cuantificable), y éste es reducible a sus partes como método de trabajo. De lo que no puedo conocer, simplemente no puedo hablar, pero no creo un sistema ideal y arbitrario para explicarlo (religión, mundo de los espíritus). Puedo vivir perfectamente sin explicar todo lo que me rodea, con dudas y limitaciones. ¿Por qué hemos de explicarlo todo si no podemos? Intentarlo es lícito, es más, creo que es hasta necesario, pero no lo es para mí ir más allá sin más prueba que mi voluntad para creer.
Estoy un poco cansado de la vieja discusión sobre si Dios sí o si Dios no, a pesar de haberla tratado tanto en este blog, porque jamás he avanzado un ápice en mis ideas o en mis discusiones con quienes no piensan como yo, como ellos tampoco lo han hecho.
La ciencia sí es un asidero, un asidero real, limitado, pequeño, incompleto..., como se quiera, pero un asidero real. Lo demás son intenciones, deseos y voluntades, muy bonito seguramente, muy esperanzador seguro, pero un asidero para quien no necesite más que creer. Yo necesito realidad, ver y tocar, tropezar y sentir, son mis premisas. Si eso es materialismo y reduccionismo así también me manifiesto yo. Se me podrá decir que esa es mi voluntad, como lo es igualmente la de creer en el más allá. Y es cierto. Al fin y al cabo eso es lo que yo postulo, que las voluntades para creer una y otra cosa están a la misma altura sin preeminencia de ninguna de ellas. La elección por tanto es lícita, y yo elijo creer en el método científico por las razones expuestas en estas líneas. Lo que no acepto es la aseveración de mis amigos religiosos de que su elección está por encima, porque les explica o les llena más. También a mí me llena más mi elección.
A pesar de todo, la ciencia, con su método, ha sido capaz de mostrarnos y describirnos mundos ocultos a la vista, tan fantásticos que llegan en mucho a ser contrarios a nuestra intuición, como podría ser el antes aludido "El Señor de los Anillos". Esos mundos son, por ejemplo, la cosmología o la mecánica cuántica. Ninguna experiencia tenemos de esta última (según conocemos sólo opera a nivel microscópico), por tomarla de ejemplo, pero la ciencia nos ha mostrado su existencia real sin dudas, con la objetividad del experimento y de la técnica aplicada. Y ejemplo de esa realidad son los actuales transistores y microprocesadores usados en los ordenadores, los nuevos materiales semiconductores y superconductores, o la cirugía láser o la exploración radiológica tan usada hoy en medicina, nada de lo cual podría haberse elaborado sin el conocimiento aportado por la mecánica cuántica.
Las concepciones materialista y reduccionista aquí expuestas de forma general tienen implicaciones más extremas (materialismo radical y reduccionismo radical), y sus detractores aducen, de forma también general, que no explican toda la realidad. Y considero que es cierto. Por ello creo que ambas concepciones son métodos de trabajo válidos que han dado grandes frutos, y que sus limitaciones son las mismas que las de todo sistema que intenta comprender y explicar totalmente el mundo, las de no conseguirlo. Es posible que el reduccionismo científico no explique la vida, pero ha ayudado a comprender mucho sobre ella. No creo que el creacionismo, la filosofía y la religión realmente expliquen más de forma indudable, tan sólo son sistemas idealistas cerrados que explican toda la realidad bajo unos parámetros predefinidos, es decir, es como una explicación "a la carta". No quiero ser injusto simplificando excesivamente la vieja discusión, pero en esencia es lo que creo. En cuanto a la ciencia y sus métodos, pienso que debe conformarse con explicar sólo lo que explica, sin intentar ir más allá afirmando que todo lo que existe sólo puede ser válidamente explicado por ella. Es una afirmación demasiado categórica, que yo reduciría diciendo que el único método válido de conocimiento que tenemos es el científico.
Los límites del conocimiento están ahí, y es el espacio en el que sobreviven la filosofía y la religión. Tal vez debiéramos intentar ser capaces de vivir con las dudas y la incertidumbre que esos límites provocan.
La discusión que en términos generales he tratado aquí, da evidentemente para mucho más, y las implicaciones que cada postura conllevan van mucho más allá de lo referido. Tan sólo he intentado esbozar tales posturas y mi parecer sobre ellas. Nada más.