Antes de nada quiero comentar que por un error nuestro, ayer sábado no apareció entrada nueva alguna, manteniéndose durante ese día la del viernes. Ha sido un error al configurar la presentación de la entrada. Lo sentimos, y especialmente por nuestro compromiso, siempre firme, de hacer una entrada diaria. Pero sólo un fallo de este tipo puede quebrantar nuestro férreo compromiso.
Y ahora, nuestra reflexión de hoy.
No sé bien qué es eso de creer en el hombre o en el ser humano, o en la bondad del ser humano. ¿Acaso significa creer en la bondad de la persona?, ¿en su bondad por naturaleza?, ¿o tal vez creer que el hombre es capaz de lo que se proponga? Responder que sí a ésto me parece más una creencia ilusa que otra cosa. Es la objetividad de los hechos la que avala mi parecer.
A los hechos me remito. Hay bondad y hay maldad, y hasta ahora siempre los he encontrado mezclados dentro de una misma persona. Claro que también cada uno interpreta los hechos como quiere, y donde yo veo ilusión otros ven posibilidades.
No, yo no creo en nada, tan sólo en los hechos, y si éstos "me demuestran" que alguien es bueno, entonces sólo creo en la bondad de ese alguien particular en relación a esos hechos, al menos hasta que me demuestre lo contrario.
La apreciación de toda demostración de ese tipo ("me demuestran") es totalmente subjetiva. Por tanto, no puedo aspirar a conocer y a creer más que desde mi subjetividad.
Creer en el hombre es ya consecuencia de una forma de comprensión subjetiva. Cualquier deducción de premisas subjetivas nos da un escenario determinado de pensamiento distinto, sujeto, por tanto, a dichas premisas, lo que podríamos llamar creencias, ideología, mentalidad... Dicho escenario se manifiestan como un rasgo del carácter.
Las raíces de nuestros actos y pensamientos se hunden en un sistema que a duras penas intenta desentrañar la psicología. La mente sigue siendo una desconocida para cuya descripción parecen ser insuficientes las actuales tecnologías digital y computacional, las descripciones físicas más radicales (física de partículas), o la propia forma de operar de la psicología (limitaciones del método científico).
Por Pólux.