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sábado, 2 de abril de 2016

EL TEATRILLO DE NUESTROS POLÍTICOS.


No sé qué decir ya sobre la incapacidad de nuestros políticos para llegar a acuerdos o al menos para dejar de hacer ese teatrillo de "quiero pero no me dejan".

Ya con Zapatero el Psoe bajó bastante el listón de calidad política y capacidad en general. Pero llegó Sánchez ... Joven, decidido, con ganas. Hasta me pareció interesante a mí, que hace mucho ya que dejé de creer en ese partido. Pero a las personas se les conoce cuando han de actuar y tomar decisiones difíciles, y llegado el momento Sánchez ha caído por su propio peso.

Iglesias, otro tanto de lo mismo, salvo que no lleva a sus espaldas una mochila llena de lastre, como los otros. Sólo hay que darle un poco de tiempo y veremos qué pronto la cargas.

Rivera, pobre iluso entre uno y otro.

Y todos contra Rajoy, como si de un cruzada se tratase, como si estuviese apestado. Parecen no darse cuenta que tratan igualmente de apestados a todos los que le han votado, que, les guste o no, ha sido una mayoría, no absoluta, pero mayoría de españoles.

Al margen de las valoraciones personales sobre Rajoy, los demás partidos han de reconocer su legitimidad para ser tenido en cuenta en las negociaciones o en un posible gobierno de coaliciones, por el simple hecho del número de votos que ha tenido en las elecciones, es decir, del número de personas que han preferido sus ideas. ¿Por qué no quieren respetar eso Sánchez, Iglesias y Rivera?

En Andalucía llevamos ya 40 años (y no recuerdo ahora si hasta más) de gobierno socialista y nadie lo quiere derrocar como a Rajoy, a pesar de que Andalucía sigue al final del tren económico de España y a pesar de los casos de corrupción más sangrantes que hemos tenido en toda la democracia.

No sé qué les pasa a Sánchez, Iglesias y Rivera, pero sólo puedo pensar que la visión del poder ya les nubla la mente, que su calidad como políticos y negociadores es pésima, o que nos manipulan y marean la perdiz  para obtener lo que quieren, que nadie sabe realmente lo que es.

Y Rajoy viéndolas venir. Al menor descuido les dará el hachazo..., bueno, si es capaz, porque ya sabemos que el PP suele meter la pata donde es más difícil hacerlo.

Por Pólux.


viernes, 1 de abril de 2016

SÓLO SÉ QUE ME PARECE ESTAR AQUÍ.


Un grupo de gaviotas en el cielo azul. Las vi pasar sobre la atalaya el otro día. Cosas así son las que me permite ver la atalaya, ese crisol que aún no sé donde está ubicado, si allí, sobre mi cabeza, distante y ajeno, o aquí, en esta mente, como parte de mí. No sé si esas gaviotas están allí volando, tal como las veo, o aquí en mi interior, como parte de mi voluntad de ver.

No sé dónde mirar, ni siquiera qué es lo que veo. Sólo sé que me parece estar aquí, plácidamente en la atalaya, viendo pasar las gaviotas frente al mar, entre altivos médanos que acaparan mi atención y mi pensamiento.

Por Pólux.


jueves, 31 de marzo de 2016

POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.

 ENTRESUEÑO

Que yo estoy en la tierra, 
que yo soy calle oscura y mala, 
jaula fría y mohosa, 
campo cerrado siempre 
¿quién lo podrá negar?

Que tú estás por el cielo, 
que tú eres nube de colores, 
pájaro errante y libre, 
brisa de última hora, 
¿quién lo podrá negar?



miércoles, 30 de marzo de 2016

VIVIR EN LA INDETERMINACIÓN Y LA DUDA.


¿Por qué hemos de creer o no creer lo que nos dice alguien que no conocemos? ¿Porque tiene cara de buena gente o nos resulta chocante?

Se puede vivir perfectamente en la indeterminación y la duda. La realidad nos muestra que es más lo que no sabemos que lo que sabemos. Vivimos tranquilamente sin tomar partido en muchas, sino todas, las cosas que desconocemos, y no nos pasa nada.

Eso lo podemos aplicar a todo, incluidas la ciencia y la religión.

Por Pólux.



martes, 29 de marzo de 2016

LA EDUCACIÓN Y EL RESPETO ... ¡EXISTEN!


La semana pasada me ocurrieron dos sucesos inimaginables. Si ya era difícil que aconteciera uno, ya os podéis imaginar mi sorpresa porque fueran dos y en la misma semana.

El primero fue en el tren de cercanías. Ya he hablado más de una vez de la falta de respeto y educación a la hora de subir en tropel y sin dejar bajar antes a quien quiere hacerlo, pareciera que se nos va la vida en ello. Pues en ese momento, cuando todos intentan subir antes que quien está a su lado, alguien me miró y me cedió el paso, me dijo "suba usted" mientras hacía un ademán con el brazo invitándome a hacerlo. Aún no me lo creo.

Pero apenas dos o tres días después estaba en la cola del supermercado, en la única caja abierta que había. En un momento dado abrieron otra caja y, como suele ser lo normal, pasan a la nueva caja, y así suelen pedirlo los empleado, los que están esperando en el mismo orden que ocupan. Es lo normal, repito, y lo lógico. Pero todos sabemos que siempre hay un listo, que ha llegado el último o está al final de la cola y sale disparado a situarse el primero en la nueva caja abierta. Pues ese que estaba el último, viendo que yo no me había dado cuenta de que habían abierto la otra caja, motivo más que suficiente para que otro hubiera aprovechado y se hubiera colado sin ni siquiera yo darme cuenta, me avisó y me instó a que pasara el primero (era el turno que me correspondía). ¡Y lo hizo con amabilidad y simpatía! Como en el caso anterior aún no me lo creo.

En fin, después de quejarme tanto de la mala educación y de la falta de respeto no me queda más que reconocer que aún hay quien tiene educación y respeta con los demás, aunque, eso sí, sean pocos, muy pocos, pero existen.

Por Pólux.


lunes, 28 de marzo de 2016

SEMANA SANTA Y AZAHAR.


FLOR DE AZAHAR (pulsar para aumentar).
By Miwasatoshi (Own work) GFDL
(http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)
¡Qué sutil olor el del azahar del naranjo! Cada año anuncia, casi como un reloj, la llegada de la primavera, y de la Semana Santa también.

El olor es un sentido que evoca emociones de forma inmediata e intensa. Los recuerdos que provocan los olores nos acompañan toda la vida. Por eso lo asociamos a la primavera, al buen tiempo, o a la Semana Santa.

Las calles llenas de naranjos son típicas de nuestra tierra. Cada día, cuando salgo de mi casa y recorro la calle, el leve olor de los cientos y cientos de azahares que pueblan cada árbol impregna el ambiente como si de un espacio mágico se tratara, y cuando el aire se levanta, lejos de llevarse el olor lo remueve de entre las ramas y las hojas y lo esparce a cántaros sobre los que paseamos extasiados. Las copas verdes de los naranjos parecen de lejos teñirse de canas, y cada cana una flor de azahar, algunas cerradas, con estilizadas formas de mujer, otras abiertas,

¡Y los naranjales ...! A veces, desde la carretera cuando transitamos en automóvil, puede olerse el azahar. No digamos ya cuando se pasea cerca de uno de ellos, cerca del mar y afectado por los últimos retazos de la brisa ...

Uno más de los regalos de la primavera.

Por Pólux.


domingo, 27 de marzo de 2016

"RECUERDOS DE LA SEMANA SANTA DE MI NIÑEZ", POR HELENA DE TROYA.


Hoy domingo reproducimos por segunda vez otro artículo sobre la Semana Santa. Esta semana que termina, en concreto el martes, ya volvimos a publicar "SEMANA SANTA: RELIGIOSIDAD POPULAR", de Pólux, el miércoles "PASIÓN", de Adonis, y hoy publicamos "RECUERDOS DE LA SEMANA SANTA DE MI NIÑEZ", de nuestra querida colaboradora Helena de Troya, a la que tanto echamos de menos en la redacción de Obtentalia. Publicó su artículo el 5 de abril de 2015, y hoy lo publicamos por segunda vez. Aquí lo tenéis (y también en su página "LAS FÁBULAS DE HELENA DE TROYA").


"RECUERDOS DE LA SEMANA SANTA DE MI NIÑEZ"
Por Helena de Troya (5 de abril de 2015)


Me pongo a pensar en la Semana Santa y me trae tantos recuerdos...

Cuando era pequeña, una niña, recuerdo que en Semana Santa retransmitían los Santos Oficios por la televisión, la primera de Televisión Española, pues sólo existía la primera y la segunda de dicha cadena, y en blanco y negro, por supuesto. Ponían películas con motivos de la Semana Santa (la pasión de Cristo) y de la Biblia y también conciertos de música clásica. Ahora también, pero sólo en algunas cadenas, cosa por otro lado normal dada la mayor oferta televisiva de hoy día.

Ver los oficios se había convertido por entonces en una tradición. Aunque todavía antes, siendo aún más niña, no sabía bien que era eso de los Oficios, o más bien creía que era otra cosa. Para mí los Oficios consistían en limpiar la Iglesia. Y os preguntaréis cómo llegué a pensar eso. Bueno, en el colegio de monjas donde estudiaba la entonces E.G.B. le llamaban oficios a la limpieza que las propias alumnas hacíamos, según turnos establecidos, de las distintas dependencias del colegio. Por eso, siendo aún una niña al escuchar hablar en Semana Santa de los Oficios lo asocié a lo que conocía.

Siendo bien pequeña, aún recuerdo el miedo que me producían los nazarenos. Veía pasar la procesión tras los pantalones de mi padre o la falda de mi madre, escondida y a salvo de aquellos fantasmas que andaban descalzos y con fuego.

La procesión que más miedo me daba era la del "Silencio", porque todo el mundo guardaba silencio a su paso y se creaba un ambiente aún más misterioso. Además los nazarenos iban de negro y llevaban una faja de esparto que les daba más dramatismo. A pesar de ello tenía un aliciente, y era el de descubrir cuál de aquellos misteriosos nazarenos era mi tío Antonio. Me fijaba en los más corpulentos, como era él, y esperaba que me hiciera una señal, como un guiño, que me lo confirmara.

Otra de las primeras cosas que recuerdo que no me gustaban era cuando un tambor o un bombo de la banda de música se paraba a mi lado, pues me brincaba la barriga y me daban ganas de hacer caca.

También recuerdo cuando mis hermanos mayores y yo nos quedábamos a dormir en casa de mis abuelos, pues vivían cerca del Ayuntamiento por donde pasaban todas las cofradías, con intención de verlas todas pasar, incluidas las de la madrugada. Mi abuela no usaba despertador, y yo le preguntaba que cómo nos despertaríamos para ver pasar de madrugada a los Gitanos y Jesús el Nazareno. Ella me decía que no había más que rezar a la ánimas benditas para que nos despertaran, lo que me producía aún más miedo y pavor, pues me imaginaba a tres mujeres sin piernas que se acercaban a mi abuela y la despertaban. Pero año tras año yo me despertaba de día y preguntaba por qué no me habían despertado de madrugada, y la respuesta, en connivencia de mis abuelos con mis hermanos era siempre la misma: "que pena, ha llovido y no ha podido salir", lo que me extrañaba sobre todo cuando hacía un tiempo estupendo con un sol de castigo. Y es que, siendo tan pequeña, fácil era engañarme. Nunca llegué a ver las procesiones de la madrugada.