Nuestra fotografía de hoy es una composición de otras cuatro tomadas por Cástor desde nuestra atalaya.
Nos han dicho algunos amigos que hemos estado muy filosóficos en las entradas diarias de esta semana. Echando la vista atrás no queda más que admitir que, al menos, algo de razón hay en ello.
Nos han dicho algunos amigos que hemos estado muy filosóficos en las entradas diarias de esta semana. Echando la vista atrás no queda más que admitir que, al menos, algo de razón hay en ello.
Siempre nos atrajo tanto la filosofía con sus planteamientos, como la ciencia con sus logros (descubrimientos y aplicaciones). Así como la observación y la deducción determinan el método científico, los planteamientos filosóficos vienen determinados por el acervo cultural y psicológico que nos define para ser como somos.
La propia naturaleza de la filosofía, del pensamiento en general, le hace suponer distintas posibilidades, pero no predice ni señala una de ellas, más que a través del propio acervo cultural y psicológico, que de nuevo seguirá suponiendo distintas posibilidades, todas ellas con el mismo rango que las anteriores. No hay, pues, un progreso como en la ciencia.
Nada sabemos que no pudiéramos saber ya. Esta engañosa frase encierra algo de cierto, y es que se cumple justo al final de una etapa, de un proyecto. Dado que ya no hay nada futuro por saber, nada más podemos saber ya. Es una definición que se ajusta también a la muerte, como parada de esa progresiva evolución del yo. Pero todo esto no deja de parecer una tautología.
Así como en la filosofía cualquier camino argumentado es válido, en la ciencia sólo el método científico marca la validez del camino. Son dos caminos distintos (aunque en la antigüedad iban de la mano), pero si tuviera que decantarme por uno, he de reconocer que el camino del método científico, con todas sus limitaciones, me enganchó el corazón desde que soy capaz de recordar. El acercamiento a la filosofía ha sido como un desamor, pero con alguien de quien aún aprender, a quien poder recurrir y a quien recuerdas con cariño.
Por Pólux.