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sábado, 14 de junio de 2014

LA AFICIÓN A LA ASTRONOMÍA.

Ver comentario al final.
La afición a la astronomía es todo menos una actividad fácil de llevar a cabo. Las salidas nocturnas para observar, la necesidad de una mínima programación para que merezca la pena esa salida, el precio de los materiales utilizados (prismáticos, telescopios, cámaras fotográficas, programas de ordenador, lentes, etc...), el uso de cartas estelares o reconocer los astros en el cielo, son actividades que requieren tiempo y esfuerzo (incluido el económico). Todo ello hace necesario que la afición sea verdadera y pasional, pues de otra forma acabaremos perdiendo el interés dado que el esfuerzo no nos compensará.

Uno de los principales motivos para la decepción del neófito suele ser la observación del cielo. Vemos fantásticas fotos en los libros, en cualquier portal de Astronomía en Internet y en otros medios, que nos impresionan por su belleza. Luego, un amigo que nos quiere iniciar, nos invita a mirar a través de su refractor de 50 ó 60 milímetros de abertura y la decepción está servida, pues no vemos nada como esas fantásticas fotografías. En verdad el error está en creer que íbamos a ver esos objetos o que nuestro amigo no ha sabido explicárnoslo.

La mayoría de las veces la economía no permite invertir en equipos más sofisticados que den mejores resultados, y hemos de contentarnos con ver los anillos de saturno (aunque sin ningún detalle), los satélites principales de Júpiter, las fases de Venus, alguna galaxia cercana como Andrómeda, algunos cúmulos de estrellas, la Luna y pocos objetos más. Y una de las cosas más interesantes, el cielo profundo, lo tendremos prácticamente vetado.

A pesar de todo, entender la estructura básica del Universo es un reto que aviva la imaginación y mantiene el interés constantemente, debido a los nuevos descubrimientos que se suceden sobre el mismo.

Cada uno tiene sus aficiones y la de cada uno es siempre la mejor. Para nosotros la astronomía y la cosmología han sido un "universo" por descubrir.

FOTO: en la foto que acompaña esta entrada tenéis los útiles básicos que se usaban hace algunos años (y aún hoy conservan la misma utilidad), un planisferios celeste para localizar los objetos (hoy sustituida por muchos por la aplicación informática Google Sky, entre otras), unos prismáticos (hasta que no tuvimos nuestro primer telescopio -y en ocasiones único- era lo que más se usaba para la observación directa) y un libro de consulta (que igualmente hoy se sustituye por una de las muchísimas páginas de internet que nos dan información en tiempo real). A pesar de lo caro que puede resultar adquirir material de calidad para la observación astronómica, con los tres objetos de la foto, al alcance de la mayoría, y una verdadera pasión por la astronomía, puede iniciarse sin más la afición a esa ciencia. Sólo hemos de ser realistas y saber donde estarán los límites de nuestra observación.

Por Cástor y Pólux.


viernes, 13 de junio de 2014

TECNOLOGÍA Y NUEVOS HÁBITOS.

¡Cuanto ha cambiado la forma en que las personas esperan o pasan el tiempo! La tecnología inunda nuestras vidas, y es que es uno de los pilares de la sociedad de bienestar a la que tanto nos aferramos. Hace años, por ejemplo en el tren, podía verse a las personas leer un libro, hacer crucigramas, conversar...

El panorama de hoy día ha cambiado bastante, a pesar de que siguen viéndose algún que otro libro y algunas conversaciones. Pero en lugar de libros vemos hoy e-books y tablets (parece que los extranjerismos y la tecnología van de la mano), y en lugar de crucigramas, conversaciones o miradas al paisaje vemos smartphones, y no digo teléfonos móviles porque las aplicaciones de las que se puede disfrutar en aquéllos son tan variadas que lo convierten en un utensilio valioso para muchos menesteres, desde ver la predicción del tiempo a configurar la alarma de la casa estando de vacaciones en la otra punta del país, pasando por gestiones bancarias, enviar correos electrónicos, hacer videoconferencias, seguimiento de páginas web y el más puro entretenimiento con juegos, simuladores y prácticamente todo lo imaginable.

Así se entiende que durante el viaje de tren, levante uno sus ojos de su smartphone, mire a su alrededor y vea a más de la mitad de las personas enfrascadas en el manejo de ese artilugio electrónico. A veces hay quien manifiesta abiertamente su malestar por ello, pero la tecnología es imparable y lo mejor creemos que es adaptarse. Al fin y al cabo los productos de la tecnología por sí mismos no son ni buenos ni malos, lo es el uso que les damos, es decir, nosotros somos los responsables.

Un smartphone no vuelve tonto a nadie, pero la incapacidad para sustraerse a sus encantos sí. Si no existieran no seríamos tontos -en caso de serlo- por ese motivo, argumento que a veces se usa en su contra, pero por la misma razón tendríamos entonces que acabar con toda la tecnología, pues por ejemplo un mal uso del automóvil puede causar la muerte, o un explosivo puede usarse para hacer daño a otros.

En fin, nosotros somos fervientes defensores del avance tecnológico, a pesar de sus riesgos.

Por Cástor y Pólux.


jueves, 12 de junio de 2014

MUNDIAL DE FÚLBOL: DESEOS Y VOLUNTADES AUNADOS.

Ya está aquí el mundial de fútbol. Un deporte de masas como ese levanta pasiones y suele ser vía de escape común de frustraciones y problemas enconados. En este sentido diríamos incluso que el fútbol cumple una función social importante: aúna deseos y voluntades de otra difícilmente integrables.

Los detractores del fútbol suelen quejarse estos días. Todo el mundo tiene derecho al pataleo y la queja, pero una minoría no puede imponer su voluntad a la mayoría.

Pocas cosas unen más a una sociedad que un deseo común compartido, sea a través de una catástrofe o de un acontecimiento deportivo de este tipo, así que claramente nos quedamos con el acontecimiento deportivo.

Sólo falta que lo podamos disfrutar con un equipo que presente buen juego y progrese en la clasificación. Suerte y buen juego.

Por Cástor y Pólux.

miércoles, 11 de junio de 2014

EL TIMO DE LA FECHA DE ENVASADO.

A pesar de la regulación existente en torno a la fecha de caducidad de los alimentos envasados, no tenemos la menor duda de que de vez en cuando hay quien nos engaña o al menos lo pretende. Y es que el otro día, en el supermercado, vimos un recipiente de plástico con cerezas donde podía leerse claramente la fecha de envasada, única fecha que aparecía en la etiqueta. Según rezaba habían sido envasadas el día anterior.

¡El día anterior!, decían, y las cerezas estaban pochas, arrugadas, con aspecto de viejas, algunas incluso con mal color allí donde tenían alguna rotura. Había que tener muchas ganas para comérselas. A lo mejor era verdad y las habían envasado ayer, después de estar una semana en una caja aplastadas, o de haber estado envasadas antes y no haberse vendido, o de vaya usted a saber qué.

No ponemos en duda la fecha de envasado, pero nos gustaría saber el tiempo transcurrido entre la recogida en el campo y el envasado. Un timo, sin duda, una poca vergüenza de tantas. Como siempre cada uno a lo suyo y si la podemos colar mejor.

Por Cástor y Pólux.


martes, 10 de junio de 2014

DEL "COMECOCOS" AL REALISMO VIRTUAL.

Recordábamos hace poco con alguien aquellos primeros juegos de ordenador, los llamados "comecocos", que ya enganchaban a muchos. Luego aparecieron algunos juegos algo más sofisticados como el "Jet Pack", del tipo "mata marcianitos", por sólo citar uno de tantos.

El realismo fue introduciéndose poco a poco, y a cada paso nos sorprendía más, los juegos bélicos y los simuladores son un ejemplo de ello. Hasta hoy, donde los juegos más sofisticados (los que no están al alcance de cualquier ordenador) tienen efectos que se confunden con los efectos especiales de las películas actuales.

Suponemos que el realismo no tendrá más límite que el que imponga el desarrollo de los propios ordenadores. Eso sí, habremos de esperar al ordenador cuántico (en ello confiamos) para ver nuevas y sorprendentes maravillas. Pero para ello aún queda. Mientras seguiremos forzando al máximo nuestro PC hasta llenarlo de archivos y registros residuales innecesarios y que lo lentifican hasta la desesperación, otros de los problemas pendientes de la informática.

Por Cástor y Pólux.


lunes, 9 de junio de 2014

EL GOBIERNO DEL AZAR.

Este mundo contingente está gobernado por el azar. Eso nos dice la experiencia y la razón, únicas formas de conocimiento efectivo. Así como el crecimiento vertical de una planta introduce un carácter necesario en el azar proveído por la naturaleza, la voluntad del hombre puede introducir cierta determinación en su vida, pero en ambos casos sin sustraerse en último término a lo contingente.

Cuestiones como el color de la piel, el lugar donde nacemos o la carga genética con la que nos provee la naturaleza (es decir, lo contingente) determina nuestra existencia.

Admitido todo ello pierde sentido la idea de lo trascendente, aunque en realidad no es que ello pierda sentido, sino que nunca ha tenido cabida en ese planteamiento. Así, el consuelo de Dios es puro deseo de esperanza, pero no esperanza real.

Estamos solos y nada sabemos del por qué de ello, y por incómodo que sea, más lo es engañarse con cielos y esperanzas en vidas eternas.

Por Cástor y Pólux.

domingo, 8 de junio de 2014

EL IMPUESTO DE LA ZONA AZUL.

El último tramo de la calle donde vivo lo han hecho zona azul, como ya lo era el resto. El barrio donde trabajo también.

Los Ayuntamientos, ávidos de ingresos, adoptan nuevos modelos para acrecentar sus ingresos, la injusticia de uno de los cuales esconden bajo el eufemismo de "Zona Azul". ¡Perdonen!, que "Zona Azul" ni "Zona Azul", "Impuesto por Aparcar" de toda la vida, aunque ahora veremos que ese impuesto va más allá.

Por si no anduviéramos suficientemente ahogados con los Impuestos Estatales y la subida real de los precios (aunque fuera por bajada del poder adquisitivo debido a otros motivos -recortes salariales, sanitarios, educativos), viene el Ayuntamiento por lo suyo.

Ya pagamos una buena cantidad a cuenta del automóvil con el Impuesto de Circulación, uno de los muchos que gravan al automóvil, pero este además lo pagamos todos los años. Realmente grava a un vehículo, por que con el pago de ese Impuesto adquiero el derecho a su uso para circular con él por mi ciudad. A primera vista parece que la "Zona Azul" (ya saben, el "Impuesto por Aparcar") grava los vehículos, pues limita el aparcamiento del mío. Y así es. Pero desde los ojos de quien vive en la zona afectada por ese azul municipal, la aplicación del impuesto adquiere una dimensión distinta. Resulta que la calle donde vivo y en la que siempre aparco sin mayores problemas la hacen zona azul. Así que ahora si quiero aparcar como siempre, he de pagar, o si no tomarme la molestia de dejar el automóvil dos o tres calles más lejos, si no más. No me afecta el impuesto por el uso de mi automóvil, sino por vivir en determinada zona. Oiga, ¿pero no existe ya el Impuesto sobre los Bienes Inmuebles (I.B.I.)?

Esto es lo que hace a la "Zona Azul" tan injusta, pues aplica un impuesto en una zona determinada de la población, en detrimento y con perjuicio respecto de otra zona, y además por un motivo que en realidad afecta a los vehículos, los cuales además tienen ya su propio impuesto (Impuesto de Circulación, como vimos).

Pero aquí, en este pueblo del sur, como en otros tantos lugares, sucede eso. No es lo más grave, ¡Gracias a Dios!, pero cuando pica acaba escociendo, y más si se trata del bolsillo. Los políticos alaban nuestro esfuerzo frente a la crisis, el que nos han obligado a hacer, pero no saben lo que es sufrirla, pues ellos la gestionan, es su trabajo, el pago del cual lleva implícito precisamente que no sepan lo que es sufrirla (¡no se van a aferrar a los cargos!).

Creo que se puede entender fácilmente que estemos ya muy cansados de tanto deseo administrativo. El Estado, Ministerios, Direcciones Generales, Asesorías, Gobierno Autonómico, Consejerías, más Asesorías, Ayuntamientos, Concejalías, Diputaciones..., y esto es sólo por encima. ¿No vamos a estar como estamos habiendo tantos organismos necesitando cobrar su propio impuesto? Son personas quienes dirigen y gestionan las instituciones, y son ellas las que han de darle un giro de comunión con el pueblo del que emanan sus poderes y facultades, aunque no se les ve muy por la labor.


Por Pólux.