Y por fin llegó el verano. El climático y estacional, claro, porque para el vacacional aún queda algo. Aunque hay a quien le gusta estar tranquilo y ya se ha tomado las vacaciones.
Gracias por vuestra visita, esperamos no defraudaros. Esta semana se nos ha complicado bastante y finalmente no hemos podido tener preparado a tiempo ningún artículo. Pero como la oferta de Obtentalia es amplia aprovecharemos este fin de semana para proponeros que indaguéis un poco por el blog. Hay más de quinientas entradas, así que no hay excusa. Tenemos humor, algún cuento, historias personales, filosofía, comentarios de actualidad, música y un largo etcétera.
Nos consta un aumento de visitas, de personas que descubren ahora por primera vez este espacio al que llamamos Obtentalia. Os proponemos que os déis una vuelta por la página "Historia de Obtentalia" (el enlace está en la lateral izquierdo), para que sepáis quienes formamos este blog y quienes colaboran en él.
Después , si os parece, podéis entrar en las distintas páginas para ver los artículos que tiene cada colaborador. Y finalmente podéis centraros en un artículo concreto, por ejemplo una canción de Orfeo (la canción "Sombras" nos gusta especialmente), o el último artículo de Adonis ("Lo simple"), o cualquier otro que os parezca interesante .
Mañana tendremos un vídeo que nos ha mandado por email una nueva amiga de Obtentalia, María Ruda, que nos ha descubierto hace poco. Nos ha parecido interesante. Aprovechamos la ocasión para volver a deciros que podéis enviar vuestras ideas y sugerencias al correo grupo_obtentalia@obtentalia.com, como ha hecho María.
Y os dejamos ya con nuestra rerflexión de hoy .
Para engañar a los demás hay que aportar coherencia y credibilidad. Engañarse a uno mismo no es tan complicado, pues como uno ya sabe que es mentira no necesita convencerse de nada, sólo pensar que las cosas han sucedido como quería y afianzar ese recuerdo frente al verdadero. Al final el resultado es espectacular, pues se puede llegar a "olvidar" la realidad sucedida en pro de la inventada, con lo que técnicamente el engaño desaparece y la posible mala conciencia también.
Además, ese autoengaño produce la sensación de que se es el dueño de la mente, de que se manda en ella. Y realmente así es, pero también ello tiene algo de ilusión, pues se manda en la mente con el permiso de ésta, es decir, hasta donde su naturaleza lo permite.
Estamos hablamos como dando por hecho la existencia de una dualidad entre nuestra mente y nosotros mismos. No lo sabemos, sospechamos que no existe, pero como funcionamos con la sensación de que sí, en cierta manera es como si lo fuera.
Las cosas no sólo son lo que son, sino también lo que aparentan, y más aún cuando de algo sólo podemos conocer esa apariencia.
Por Cástor y Pólux.