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sábado, 19 de mayo de 2012

INTRODUCCIÓN. EL CAMBIO, EL CUENTO Y EL CAMPO.


Así es por esta tierra. Hoy llueve y ventea, mañana el sol nos desequilibra por el calor y pasado mañana vuelve a llover. Nubes que están y que desaparecen. Un vaivén de temperaturas al que parece que nunca nos vamos a acostumbrar. El contraste al que tantas veces nos hemos referido. Por eso hemos cambiado la foto de hoy, iba a ser otra, pero hemos querido dejar testimonio de tales cambios.

Hoy tenemos la tercera entrega del cuento “Olas del mar”, de Pólux (las tres primeras entregas juntas están en la página de este blog "Las olas del mar, por Pólux", al que accederéis desde el enlace lateral). Seguramente la siguiente entrega, la cuarta no podamos publicarla hasta el lunes, pero ya mañana os lo diremos con seguridad, siempre con el permiso del tren que debe traernos (o llevarnos, como gusten) a ese mañana.

El campo está exuberante, y la lluvia que ha caído esta madrugada lo revitalizará más. Los brotes de los pinos parecen largas agujas clavadas en sus copas. ¿Qué sería de todo ello sin una conciencia que lo pensara? Sería lo mismo que es, porque todo es prescindible, hasta la vida. Pero mientras haya…, seguiremos con nuestro “rollo”. Buen fin de semana.
  
Por Cástor y Pólux.

LAS OLAS DEL MAR (PARTE 3), por Pólux.


DEDICATORIA: esta historia se la dedico a Lucía, a quien envío un beso desde aquí, y también a los tres niños para quienes hace ya bastantes años fue escrita, Rai, Guillermo y María, a quienes tengo siempre presente.

"LAS OLAS DEL MAR". Parte 3.

Alberto estaba de pie, justo al inicio del pinar. Miró el reloj. Marcaba las diez en punto. Y estaba solo, no había aparecido ninguno de sus amigos. Tenía miedo, pero no se iba a echar atrás. Empezó a adentrarse en el pinar, andando despacio, con una linterna encendida. Cogió una pesada piedra que le llenaba toda la mano, así se sentía más seguro. Si algo le atacaba estaba dispuesto a usarla como arma. Las manos le temblaban, y su paso era indeciso, la verdad es que se veía muy mal con la linterna. De pronto notó una mano cogerle el hombro por detrás y tirar de él. Dio un grito asustado y se volvió.
- Maldita sea Eladio, vaya susto que me has dado, me ha faltado poco para chocarte con esto - dijo mientras le enseñaba la dura piedra en su mano.
- Perdona, al final me he decidido a venir. Te vi entrando en el pinar y te he seguido. Lo siento.
- Bien - continuó Alberto -, tenemos que andar un rato hacia adelante y después girar a la derecha, y ya estaremos en la playa, no está muy lejos.
- Apaga tu linterna - le dijo Eladio con seguridad.
- Entonces no vamos a ver nada - le replicó Alberto.
- Hazme caso y apágala.
                   Alberto apagó su linterna. Al principio no veían apenas nada, pero poco a poco, conforme sus ojos se adaptaban a la oscuridad, comenzaron a ver mejor. Al cabo de unos minutos veían mejor que con la linterna, pues la luz de la luna llena se filtraba entre los pinos e iluminaba lo suficiente para poder andar sin tropezar. De pronto Eladio escuchó moverse algo tras de sí. Apenas hizo el gesto de volverse cuando sintió como algo fuerte y frío le sujetaba por su brazo izquierdo y tiró de él. Sólo le dio tiempo a dar un grito fuerte pero entrecortado, pues algo le tapó la boca con violencia. Sintió que aquello le tiraba con fuerza y le arrastraba hacia el interior de los pinos. Alberto, que iba delante, se volvió rápidamente, pero tan sólo le dio tiempo a ver cómo una sombra se metía entre los pinos. Eladio, Eladio - le llamó -, pero Eladio no contestó.
                   Eladio estaba siendo llevado a lo más espeso del pinar. Por el camino, lo que le llevaba, o mejor dicho quien le llevaba, se paró de pronto, le amordazó la boca con un pañuelo y le puso una bolsa de tela sobre la cabeza. Le volvió a coger con fuerza sobre sus hombros y siguió caminando con tanta rapidez como antes. No podría haber dicho cuanto tiempo tardó en volverse a parar quien le llevaba, pero le pareció interminable.
- Conmigo estarás a salvo. Prométeme que no gritarás ni te moverás o no te quitaré la mordaza - dijo su raptor con una voz honda y profunda, con un extraño eco, como salida de una cueva.
                   Eladio asintió con la cabeza muerto de miedo. No sabía las intenciones de aquel hombre. No debían ser nada buenas por la manera en que le había cogido y arrastrado, pero entonces a qué venía ese "conmigo estarás a salvo". Aquel hombre le quitó la bolsa de la cabeza y el pañuelo de la boca. Eladio no podía ver apenas nada, sólo distinguía frente a él la forma poco definida de alguien grande, vestido con una capa oscura y una capucha que le tapaba totalmente la cara.
- Tienes que ayudarme, él está atrapado y tú puedes sacarle - dijo el hombre con su profunda voz.
- ¿Qui…, quién está…, está atrapado? - balbuceó Eladio.
- Tú eres parecido a él, y sólo alguien parecido puede liberarle de su pesadilla.
- ¿Qué puedo hacer…, hacer yo?, además…,  mi amigo…, mi amigo debe estar por aquí…, no puedo dejarle solo – siguió diciendo Eladio inseguro.
- Debes seguirme a la playa y olvidarte de tu amigo, él no puede ayudarle.
                   Eladio salió corriendo sin pensarlo, intentando escapar, pero sin saber cómo aquel hombre le agarró por el cuello con su fría mano y le dijo amenazante:
- No sabes el peligro que corres yendo solo. Las sombras acabarían contigo en un instante. Sólo conmigo estarás a salvo.
                   Eladio creía que las sombras no le harían nada, pero aquello pareció convencerle de que estaría más seguro con aquel hombre. A la vez aumentaba su preocupación por Alberto que andaba solo por el pinar. Caminó junto a aquel hombre unos diez minutos más y al fin vislumbraron la playa tras los pinos que tenían delante. Salieron del pinar y se detuvieron.
- Espera muchacho. No quites tu vista de las olas y escucha atentamente –dijo el hombre encapuchado.
                   Eladio miró temeroso las olas. De lejos, en su cuarto, le habían hecho pasar mucho miedo. Y ahora, de cerca, no quería ni pensar que podría pasar. Pero ya no podía dar marcha atrás, aquel hombre no se lo permitiría. Al principio las olas se sucedían normalmente iluminadas por la luna. Poco a poco le pareció que las olas formaban más espuma, pues se volvieron más blanquecinas, hasta que advirtió que en realidad las olas comenzaban a emitir un brillo blanco azulado por sí mismas. Era como si las olas brillaran al romper. A la vez que comenzaban a brillar empezó a escuchar un murmullo de fondo, algo irreconocible. El sonido fue en aumento hasta que pudo distinguir sin duda que se trataba de la mezcla de multitud de palabras pronunciadas en susurros por distintas voces. Aquel espectáculo era incomprensible. La playa comenzaba a distinguirse más nítidamente a la luz de las olas, y el sonido lo llenaba todo.
"las olas comenzaban a emitir un brillo blanco azulado por sí mismas ..."




                   Alberto escuchó un grito corto y miró hacia atrás, tan sólo le dio tiempo a ver cómo una sombra se metía entre los pinos, ¿dónde estaba Alberto? Había desaparecido, un momentos antes habían apagado las linternas y empezado a caminar y ahora ya no estaba. Le llamó varias veces por si era una broma, después siguió el rastro que le había parecido tomar Eladio y gritó varias veces su nombre. Eladio no aparecía. Alberto comenzó a preocuparse seriamente, ¿les habían estado acechando hasta que se llevaron a Eladio?, "¿me estarán acechando ahora a mí?", se preguntaba muerto de miedo Alberto. Le pareció ver que a pocos metros se abría un pequeño sendero. Venciendo el miedo que tenía y observando todo lo que le rodeaba por si algo se movía lo más mínimo, siguió el sendero unos metros para ver hacia donde podía ir. El sendero giraba y tomaba una dirección que bien podría llegar a la playa. Alberto decidió seguirlo, pues era más fácil seguir de noche y a oscuras un sendero que no ir por entre los pinos arañándose con los matorrales y teniéndolos que rodear a cada momento. Así que asió con fuerza la piedra que llevaba en su mano, dispuesto a usarla si hacía falta, y comenzó a seguir el sendero. Alberto anduvo un rato. A veces le parecía ver como una sombra por el rabillo del ojo, pero cuando se volvía nunca estaba allí. Quería pensar que eran las sombras que los pinos producían al ser iluminados por la Luna, pero en el fondo temía que se tratase de otra cosa, que alguien le estuviese siguiendo, el mismo que podría haberse llevado a Eladio. Ya calculaba que estaría cerca de la playa cuando le pareció notar una cierta luz azulada precisamente en la dirección de la playa. "¿Será Eladio que ha encendido su linterna para señalar dónde está?", pensó Alberto. Caminó ahora más despacio. La luz iba aumentando y cubría toda la franja situada hacia la playa. A Alberto le pareció que aquello no podía producirlo una linterna, así que extremó las precauciones y siguió andando despacio hasta que llegó a los últimos pinos antes de la playa, donde su detuvo.
                   Desde allí pudo ver que lo que realmente brillaba era la orilla, o mejor dicho, las olas al romper cerca de la orilla. Aquello le pareció muy extraño, y en verdad lo era. Entrecortadas entre el brillo de las olas le pareció vislumbrar dos figuras. Fijó la vista todo lo que pudo hasta que le pareció reconocer en la figura más pequeña a Eladio. En un momento en que éste se giró un poco, Alberto le reconoció con total seguridad. ¿Estaría en peligro?. Parecía que el hombre que estaba a su lado le hablaba y Eladio le respondía. No era una situación que pareciera alarmante. Así que se decidió a salir de los pinos al encuentro de Eladio y aclarar qué era lo que estaba sucediendo. En ese momento todo se oscureció. Una profunda negrura envolvió a Alberto. Vio dos puntos de luz blanca amarillenta e intentó dirigirse hacia ellos, pero de repente dos rayos de luz atravesaron sus ojos cegándole totalmente. Escuchó un fuerte zumbido a su alrededor y notó como si le empujaran hacia arriba, comenzó a gritar desesperado, pero el zumbido ahogaba el sonido de sus gritos, y Eladio no estaba lo suficientemente cerca como para oírle. Las fuerzas le faltaron, y ya sólo pudo abandonarse a su suerte.


Continuará.

viernes, 18 de mayo de 2012

LAS OLAS DEL MAR (PARTE 2), por Pólux


DEDICATORIA: esta historia se la dedico a Lucía, a quien envío un beso desde aquí, y también a los tres niños para quienes hace ya bastantes años fue escrita, Rai, Guillermo y María, a quienes tengo siempre presente.

"LAS OLAS DEL MAR". Parte 2.

    Su hermana, como de costumbre, se quedó dormida al poco de acostarse, "por qué no me dormiré yo igual de pronto", pensaba Eladio. El rumor del mar se oía como cada noche, pero poco a poco parecía que iba aumentando de intensidad. "Se habrá levantado viento y agita más el mar, formando olas grandes que suenan más", se dijo a si mismo. Mientras se decía esto escuchó en un susurro su nombre ..., “Eladio …, Eladio …”. Lo había oído perfectamente dos veces. Acto seguido escuchó:
- Ayúdame. Te necesito. Tengo que escapar o ... – un súbito aumento del ruido de las olas ahogó el final de la frase.
 Le pareció que la voz era la de un muchacho de su edad. Al poco aquella voz le volvió a hablar en susurros:
- Emaduya otrebla, emaduya, yos Ordep. Mañana al anochecer. Ven a la playa del pinar. Las sombras te acecharán. No temas, nada te harán. ! Ahhhhh ... !. Emaduya otrebla ..., yos Ordep, !ahhhhh ... !.
                   Ese último quejido volvió a confundirse con el ruido de las olas. Pero la voz siguió diciendo:
- Ayúdame. Ya no me queda tiempo. Pronto me habré ido para siempre. Mañana será mi última noche. Emaduya otrebla. Dile a tu amigo que no me marché sin despedirme, yos Ordep. Ayúdame, ayúdame, ayúdame ...
                   Poco a poco la voz se fue apagando. Rápidamente Eladio se lanzó hacia su hermana, zarandeándola hasta despertarla.
- ¿Lo has escuchado?, ¿lo has escuchado? - le preguntó mientras se despertaba.
- Déjame dormir, tonto -repuso Isa.
- Pero dime ¿lo has escuchado? - volvió a inquirirle su hermano.
- Pero si estoy dormida, que quieres que escuche - respondió Isa.
- Entonces ahora estamos despiertos, ¿no? - le preguntó Eladio.
- Pues claro que estamos despiertos. Y como no me dejes dormir ahora mismo se lo diré a papá y mamá y te vas a enterar -le dijo su hermana enfadada.
                   Aquello le tranquilizó, pues ya no podrían decir que estaba soñando, su propia hermana le había dicho que estaba despierto. Pero, "¿y si fuera que he soñado que mi hermana se despertaba y en realidad todo sigue siendo un sueño que parece realidad?", se preguntó volviéndose a intranquilizar. "Si mañana Isa recuerda que la desperté entonces será que todo ha sido realidad y no un sueño" se dijo a si mismo. De esta forma, mientras pensaba en todo lo que había escuchado, se durmió. Cuando se despertó a la mañana siguiente su hermana ya se había levantado. La escuchó con sus padres en la cocina. Estaban desayunando. De un salto se levantó y fue hacia ellos. Cuando entró en la cocina lo primero que dijo fue :
- Isa, ¿a que anoche te desperté muy tarde?.
A lo que Isa respondió quejándose :
- Mamá, el tonto de Eladio anoche, cuando era muy tarde, me despertó y me preguntaba tonterías. Quería asustarme diciéndome que había escuchado algo.
- ¡ Vaya con tu hermano !. Además ni nos ha dado los buenos días
-dijo la madre queriéndole quitar importancia.
- Eladio no asustes más a tu hermana - le dijo su padre.
- Pero papá, es que he vuelto a escuchar una voz, y esta vez sé lo que decía. Me llamaba y me pedía ayuda, y llamé a Isa para que viera que yo estaba despierto - le respondió Eladio.
- Pero hijo, no se oyen voces así por las buenas. Te parecerá que son de verdad, pero es tu imaginación la que las crea. Y mientras más te preocupes por esa voz más la oirás - le dijo muy serio su padre.
- Pero papá ...
- No quiero escuchar más lo de esa voz. Cómo sigas así nos tendremos que ir y llevarte al médico - le amenazó su padre.
Eladio se dio cuenta que insistiendo no conseguiría nada. Así que se calló y se marchó.
                   Aquella tarde les refirió a Alberto y a los demás lo que le había sucedido por la noche y la escena en la cocina por la mañana. Todos escucharon, sentados en el suelo, su relato con la boca abierta y muertos de miedo. Cuando terminó varios de sus amigos hablaron :
- A mí me pasa eso y me cago de miedo en la cama, pero que me cago de verdad - dijo uno de ellos.
- ¡ Jo, tío !, ¿no se te ocurrirá ir de noche por ese pinar?, conmigo no cuentes tío, yo no soy tan valiente - dijo otro muy impresionado.
- Y además rodeado de sombras. Yo tú olvidaba todo y me iba a dormir a una habitación que no tenga ventanas para no escuchar el ruido del mar - dijo un tercero.
- ¿Y qué es eso de emaduya no se qué? - preguntó otro.
- Es emaduya otrebla - dijo Eladio -, y no sé que significa.
Cuando todos se callaron Eladio se quedó mirando a Alberto, esperando a que éste dijese algo, pero Alberto estaba completamente blanco. Todos se percataron de que le sucedía algo, pero no hablaba. Eladio le preguntó:
- Alberto, ¿ahora tampoco crees que sea real lo que he escuchado?.
Pero Alberto seguía blanco, sin poder articular palabra. Todos le miraban esperando a que hablara. Por fin dijo:
- Sí que te creo. Ya no me cabe la menor duda. Si estás dispuesto a ir yo voy contigo. Si no, iré sólo.
- Estáis locos, ¿os vais a meter de noche en el pinar? - dijo uno de los amigos.
- ¿Por qué ayer dudabas y ahora de repente crees a ciencia cierta lo que te cuento, Alberto? - le preguntó Eladio-, ¿Acaso tiene algo que ver con lo que me dijo la voz sobre que le dijera a mi amigo que no se marchó sin despedirse?. El día anterior dijiste esas mismas palabras. ¿Por qué ahora no crees que pueda ser mi imaginación?.
- Porque hay algo más.
Todos miraban boquiabiertos a Alberto, ¿qué algo más había?. Alberto miró a Eladio y siguió hablando:
- Yo si sé lo que significa emaduya otrebla. Y sé quién es Ordep. El amigo que te conté que se marchó sin despedirse se llamaba Pedro. Sólo estuvimos juntos dos semanas, pero nos hicimos muy buenos amigos. Cuando estábamos solos teníamos la costumbre de pronunciar nuestros nombres al revés, y cuando había alguien delante y no queríamos que supieran lo que decíamos hablábamos al revés. Pedro se llamaba mi amigo, ¿sabéis cómo se pronuncia Pedro al revés?, es Ordep, y ¿sabéis cómo se pronuncia Alberto al revés?, es Otrebla, y ¿sabéis qué significa emaduya Otrebla?, no tenéis más que leer las palabras al revés, significan ayúdame Alberto.
Todos quedaron sin habla, y Eladio el primero. Después de un silencio que parecía que nunca iba a acabar Eladio dijo:
- A mí todo esto me da miedo. Soy incapaz de meterme de noche en el pinar. No sé qué puedan ser las sombras negras, me aterroriza toparme con una de ellas.
- Tienes razón - dijo uno de los amigos-, lo mejor es olvidarlo todo.
- Yo no puedo olvidarlo - dijo Alberto -. Yo pienso ir aunque sea solo. Pedro necesita ayuda y me la está pidiendo. Yo no voy a dejarle.
Eladio, mirándole a los ojo, le dijo a Alberto.
- Pero algo no me cuadra. Si te está pidiendo ayuda, ¿por qué no te habla a ti, sino a mí?. Ha recurrido a mí, Alberto, no a ti, es posible que tú solo no puedas hacer nada.
- El por qué no lo sé yo ni tú tampoco, por tanto no sé si puedo ayudarle o no, pero si no lo intento seguro que no le ayudaré. Si no quieres venir no vengas, pero no quiero escuchar más hablar de esto. Esta noche hay luna llena. A las diez en punto estaré al final del puerto, donde empieza el pinar. Si alguno estáis allí agradeceré no ir solo, pero si no, iré solo, y os juro que no me importa.
Alberto se levantó, les miró sin decir nada, se dio media vuelta y se marchó. Mientras lo hacía escuchaba a su espalda el murmullo de sus amigos:
- Está loco, le va a pasar algo.
- Yo no voy ni muerto.
- No podemos dejarle ir, habría que avisar a la policía o a sus padres, no sé.
- No seas tonto, avisar a la policía ... . Alberto no irá, eso te lo aseguro, al final se cagará de miedo y ya está. Mañana veremos ...


Continuará.

INTRODUCCIÓN. FIN DE SEMANA, MÁS CUENTO Y FIORDOS NORUEGOS

Nuestra foto de hoy es un preludio del fin de semana que ya está en puertas. Gente en la playa, gente viajando en barco, gente en las carreteras. Y eso que aún no es verano. A veces, cuando todo el mundo se mueve lo mejor es quedarse quieto, aunque sea para disfrutar un momento diferente. ¡Cuánta necesidad tenemos de sentirnos diferentes! Tanta es la necesidad que se convierte en un punto débil.
           
            Publicamos tras esta introducción la segunda entrega, de un total de cinco, del cuento de Pólux, “Las olas del mar”. Irán pasando cosas cada vez más extraordinarias e inexplicables. Esperemos que os gusten y especialmente encandilen al público infantil, a quien va dirigido.

            Y volvemos al fin de semana. Procuraremos descansar para traeros más ideas y escritos. Ya saben, si pueden vayan a Cancún, a Alaska, que estarán fresquitos o a los fiordos noruegos. En fin hay tantos sitios donde ir que quedarse aquí, en las playas andaluzas, tan conocidas ya, puede ser aburrido. No se preocupen, nos quedaremos nosotros para que no se sientan solas y, si quieren, les guardamos un poquito de sol.

Por Cástor y Pólux.

jueves, 17 de mayo de 2012

INTRODUCCIÓN. BARCOS, PÓLUX Y SUS OLAS DEL MAR, LUCÍA Y “LA CALÓ”

Nuestra foto de hoy muestra dos barcos esperando su entrada a puerto. Tierra marinera, e industrial…, más contrastes. A veces se ven faenar pequeños barcos de pesca, cada vez menos, a los que parecen que van a arrollar los gigantescos barcos de mercancías que pasan junto a ellos.

Hoy comenzamos a publicar un cuento escrito por Pólux titulado “Las olas del mar” (parece una reminiscencia de esta nuestra querida costa onubense). No temáis, aquí cambia de registro y va dirigido principalmente al público infantil. En esta página principal de nuestro blog iremos añadiendo los distintos capítulos, y en su nueva página “Las olas del mar, por Pólux” estarán todos los capítulos juntos, pues cada entrega se añadirá a la anterior, a fin de tenerlo completo y facilitar su lectura. Todos los días o cada dos días nos dará una entrega y así os lo haremos saber. Ambientado en un lugar como éste en el que estamos, nuestra querida costa onubense (y lo decimos aún a riesgo de ponernos pesados) fue escrito hace años para los entonces niños Rai, Guillermo y María. Hoy lo presenta Pólux en Obtentalia y se lo dedica a una niña a la que queremos mucho, pues aunque ella no lo sepa, aquí en Obtentalia la conocemos. Se llama Lucía. Va por ti Lucía. Encontrarás en esa historia intriga, te hará pasar algo de miedo y al final querrás entender qué es lo que ha pasado. Esperamos que te guste, y si quieres puedes hacer comentarios en la parte final de la historia. Un beso para Lucía.

¿Qué?, ¿que ha hecho calor estos días, y sobre todo por aquí por el sur?. Algunos sevillanos nos han comentado que no podían más, y que envidian (espero que envidia sana), esta atalaya donde nos ubicamos todos los días en Obtentalia para hablaros, frente al mar, con una vista inmejorable y una brisa que refresca el cuerpo y la mente. Y a pesar de todo tuvimos mucha “caló”. No quiero ni pensar lo que pasaron lo sevillanos, y no sólo ellos. Nuestra suerte por estar aquí roza lo imposible.

A ver cómo se porta hoy…, y si no, siempre tendremos a mañana, pero con su permiso claro, antes tendrá que llegar.

Por Cástor y Pólux.

LAS OLAS DEL MAR (PARTE 1), por Pólux


INTRODUCCIÓN.

                   Muchas son las sensaciones que pueden provocar en una persona reacciones intensas e inesperadas, emociones fuertes e incontroladas, de agrado o de temor, reacciones que tal vez antes no experimentó nunca. Pero de entre todas esas posibles sensaciones la más intensa, la que más puede dejar marcada a una persona, es el miedo. El miedo puede ser producido por algo real, que existe de verdad, o por algo imaginario, que nosotros mismos creamos, pero en ambos casos sus efectos pueden ser lo más terrorífico y maligno que exista.
                   Algunas personas creen que pueden evitar el miedo, que son valientes y no temen a nada, pero sólo les tiene que ocurrir alguna de las cosas que voy a relataros para darse cuenta de que una situación de terror puede llevarles hasta la locura, y en algunos casos, incluso más allá …

DEDICATORIA: esta historia se la dedico a Lucía, a quien envío un beso desde aquí, y también a los tres niños para quienes hace ya bastantes años fue escrita, Rai, Guillermo y María, a quienes tengo siempre presente.

"LAS OLAS DEL MAR". Parte 1.

                   Eladio tenía catorce años. Este año el curso no le había ido todo lo bien que le hubiera gustado a sus padres, pero él estaba contento porque las clases ya habían terminado. Y este verano iba a ser especial, él y su hermana Isabel, más pequeña, y sus padres por supuesto, iban a pasar quince días en la playa. Vivía en una gran ciudad, llena de coches y humos, de calles asfaltadas, y del ruido que produce toda gran ciudad. Sus padres habían decidido que ese verano cambiarían los coches por bicicletas, el humo por aire puro, las calles asfaltadas por caminos de tierra en medio del campo, y el ruido por la tranquilidad y el relajante rumor de las olas del mar. ¡ Cuánto se acordaría Eladio el resto de su vida del ruido de las olas !
                   Eladio tenía muchas ganas de hacer nuevos amigos, y si era posible amigas. El primer día de vacaciones estuvo en la playa bañándose, jugó al fútbol y anduvo en bicicleta, mucho para un mismo día, así que por la noche calló rendido en la cama. A pesar del cansancio no lograba conciliar el sueño, el rumor de las olas del mar, al que no estaba acostumbrado, resonaba en su cabeza. Cuando estaba a punto de dormirse le pareció escuchar, confundidas entre el rumor del mar, unas palabras que no llegó a entender. Fue como cuando alguien escucha la voz de un vecino entre las paredes, sabe que ha hablado algo, pero no se le acaba de entender por lo bajo y lejano que se escucha. A Eladio le pareció que había sido su imaginación, pero cuando estaba a punto de volverse a dormir le sucedió lo mismo otra vez, le pareció escuchar palabras mezcladas en el rumor del mar. Isabel, su hermana, Isa, como le solían llamar, dormía en la cama que estaba a su lado, así que pensó que le estaba gastando una broma.
- Isa - le llamó bajito Eladio.
Pero su hermana no contestaba.
- Isa, no te hagas la dormida, quieres asustarme, pero yo no soy tonto.
Isa seguía sin contestar, ¿se estaría haciendo de verdad la dormida?. Para averiguarlo se destapó y se acercó a ella. Su respiración parecía la de una persona dormida. Le tocó suavemente la oreja en la forma en que sabía que le producía unas cosquillas irresistibles, pero no se inmutó. Eso era una prueba de que estaba dormida. Con un movimiento rápido se acercó a la ventada, la cerró y echó del todo la persiana, y más rápido todavía se metió en la cama y se tapó hasta las orejas a pesar del calor que hacía. De esta manera apenas se escuchaba el rumor del mar, y así, sin querer pensar en lo que le había parecido escuchar, se durmió.
                   En los días siguientes aquello volvió a suceder cada noche. Sus padres no le hicieron mucho caso cuando él les dijo que por las noches escuchaba palabras entre el rumor del mar. "¿Qué dicen?", le preguntaban, "No sé, no las entiendo", respondía Eladio, "Pero entonces ¿cómo sabes que son palabras?", le seguían preguntando sus padres cada vez más incrédulos. Pensaron que su hijo no estaba acostumbrado al ruido de las olas, y que por eso le parecían a veces palabras.
                   Durante esos días Eladio conoció a unos muchachos en la playa de los que se hizo amigo, y comenzaron a salir por las noches. Solían ir a una plaza grande, donde había muchos bares, o al paseo marítimo, que, junto al mar, llegaba hasta el puerto, donde había menos gente y solían hacer de las suyas.
                   Una noche, cuando su hermana ya se había dormido y mientras escuchaba el ruido de las olas, le pareció oír una palabra más clara que las demás en el vaivén de las olas. Sus vellos se pusieron de punta. No ..., no ... Pensó que lo había imaginado, pero al instante lo volvió a escuchar, aún más nítidamente, y esta vez fue, lo recuerda aún, el primer momento en el que sintió verdadero miedo. Había escuchado ..., su nombre. Una voz, dulce y tenebrosa a la vez, había pronunciado su nombre. Pero no sólo eso, además parecía que le había llamado. Aquella noche lo pasó mal, pues estuvo casi todo el tiempo escuchando cómo aquella voz le llamaba.
                   La tarde siguiente se atrevió a contárselo a Alberto, uno de la pandilla que había conocido, del que se había hecho más amigo. Alberto le escuchó intrigado y le dijo:
- ¿Sabes?, el año pasado tuve un amigo al que también le ocurrió eso.
- ¿Entonces crees que me está pasando de verdad? - le preguntó Eladio esperanzado.
- Pues no sé, tío. Es una cosa muy rara, ¿por qué te va a llamar nadie?. Además, el amigo éste que te he dicho acabó siendo un estúpido, se marchó sin despedirse ni decir nada, y su padre hizo lo mismo. Mi abuelo dice que desaparecieron en el pinar, pero la verdad es que mi abuelo tiene la cabeza medio perdida, a veces dice que habla con su madre que murió hace más de treinta años. No sé, a lo mejor te lo imaginas y te parece que es verdad, o lo sueñas.
- Pero es que lo escucho de verdad, y me llama, y estoy despierto, seguro. De eso se da uno cuenta. Además es lo mismo que te contó tu amigo ese. ¿No te parece mucha coincidencia? A lo mejor desapareció de verdad por alguna razón que no sabemos - le contó Eladio queriendo convencerle.
- Desde luego es una coincidencia extraña - contestó Alberto-, pero ¿y qué?, no podemos hacer nada. También es verdad que tú, igual que ese amigo que te he dicho, venís de la ciudad y no estáis acostumbrados a escuchar el ruido de las olas, que puede ser muy llamativo para quien no está acostumbrado a su sonido.
                   De esa manera quedó zanjada la cuestión. Pero aquella misma noche, lo que le sucedió a Eladio le convenció aún más de que lo que oía en las olas era real.

Continuará.

miércoles, 16 de mayo de 2012

INTRODUCCIÓN. GAVIOTAS, DECLARACIÓN DE AMOR DE HERMES Y ROMERÍAS.

Nuestra foto de hoy nos muestra un ave marina, la gaviota, muy común en esta tierra. Por cierto, ¿alguien sabría decirnos cuántas gaviotas aparecen en la foto?. Sí, esta tierra nos está volviendo locos, igual nos pone por delante pescado o marisco fresco que un buen jamón ibérico de bellota, igual nos pone un fresón rojo y brillante que el aroma salado del mar …, médanos, cielo, luz, poesía (algún día hablaremos de Juan Ramón Jiménez)…, para perder el sentido. Mala conciencia debíamos tener por ser tan privilegiados, pero nos quedaremos con la mala conciencia antes que renunciar a ello.

Hoy tenemos otra novedad, un nuevo escrito de Hermes, titulado “ALGO MÁS QUE UNA DECLARACIÓN”. Lo esperábamos ansiosos. Es una exaltación en clave amorosa de una de las riquezas que tenemos, nuestra lengua española. Y así la trata Hermes, con la delicadeza con la que trataría un enamorado a su amada, con el respeto que profesaría un maestro al objeto de su enseñanza, con la humildad de quien sabe hacer y no le importa el reconocimiento. Es también un complemento perfecto al artículo escrito por Cástor titulado “¡Un respeto!, que trata de la lengua española”, que podéis leer (para quien no lo haya hecho aún) en su página “El mundo de Cástor”. Toda una declaración de amor la que realiza Hermes que no os podéis perder, y que encontraréis tras esta introducción y, como siempre, en su página “La crónica de Hermes”, cuyo enlace tenéis en la barra lateral izquierda de esta página principal.

Éstos son días de romería. Son muchos los pueblos que celebran durante este mes su romería. La exaltación de las Vírgenes. Vemos peregrinar a los romeros por caminos o carreteras, a su ritmo, con cierto aspecto anacrónico pero actuales, muy actuales y vigentes. Los contrastes de esta tierra no sólo están en sus frutos, también en sus hijos.

Y vemos pasar otro barco, otro contraste con la playa.

Por Cástor y Pólux.

ALGO MÁS QUE UNA DECLARACIÓN, por Hermes

Algo más que una declaración ...
     Muchas veces me he preguntado por qué eres tan hermosa, sublime y excelsa. Si la perfección no existiera tú serías la excepción a ese precepto y así como Le Corbusier admiró la belleza desde el mismo momento que vio el Partenón, mis loas hacia ti serían la consecuencia de la mucha admiración y cariño que te profeso y dedico desde que tengo uso de razón. Quiero que sepas que mi  amor por ti surgió allá en la lejana infancia, época de balbuceos y sonidos ininteligibles de rorro insignificante y de lágrima fácil. Te confieso que mi idealización es tan inmensa, tan ilimitada y tan grande que si no existieras, a Dios le pediría que te creara de nuevo, cincelada en cálidos mares de oro y plata, porque eres vida, umbral y océano inmenso de frases y palabras eternas e infinitas. Tu sonido es puro, limpio, claro y, a veces, hasta suave como el terciopelo. Hace mucho tiempo que me percaté de tus encantos, porque eres preciosa y, por supuesto, que distinta de las demás. Ninguna, de las muchas que sois a lo largo y ancho de este planeta -cada una con vuestras peculiaridades, virtudes y características propias- puede competir contigo absolutamente en

Pero yo te prefiero a ti, latina mía,...
nada, por lo que mi predilección hacia ti nunca encontrará límites. Más allá de las fronteras, querida mía, el mundo lo formáis un auténtico crisol, de lo más heterogéneo, múltiple y variopinto, que hace que, por vuestro origen, unas seáis escandinavas, otras sajonas, enigmáticas como las eslavas, amerindias, orientales de rasgos indescifrables, eminentemente arábigas y, aunque no las conozca, bellas como supongo que serán las de origen hindú, según sus caracteres. Es sorprendente que seáis miles en un mundo tan pequeño, multiétnicas, y cada una apegada a un pueblo, cultura y civilización. Pero esa es la realidad, la verdad incuestionable y única y, entre otras cosas, la razón de ser de todas vosotras. Pero yo te prefiero a ti, latina mía, hija de Imperio y madre -lengua materna- de numerosos hijos: tus miles de hablantes. Eres, de las bellas hablas de origen romance, ni más ni menos, que ¡la universal Lengua española! El idioma de la poesía...


Algunos grandes de nuestra lengua.
Querida Lengua española,
hoy sirves a miles,
y ayer a Cervantes.
Contigo el deleite
son eternos instantes...

   Si Querétaro es belleza electa en lengua hispana -que no discuto-, no menos agraciados deberían ser entonces otros vocablos hermanos, porque quién duda de la esperanza, la fe y la añoranza, de la solidaridad entre los pueblos, la salud y hasta de la vida misma, españolísimos y estéticos términos de nuestra habla. Y tú, idioma español, cauce que desarrolla la palabra, ¿qué eres entonces?
En granate los países hispano hablantes.
Sin duda, debes ser la perfección hecha lengua, actualmente al servicio de más de cuatrocientos cincuenta millones de personas dispersas a lo largo y ancho de la Tierra, e idioma oficial y común de más de veinte países del Mundo. 

martes, 15 de mayo de 2012

INTRODUCCIÓN. EL CIELO DE ELIZABETH TAYLOR, OTRA VEZ PERIQUITO Y BARCOS PACIENTES.


         Hoy tenemos el cielo a la puesta del sol con un color violeta, como los ojos de Elizabeth Taylor, que nos llama mucho la atención, y con un rastro muy humano, para que no olvidemos como nos hemos apoderado de este mundo.

Perseo nos brinda hoy su segunda entrega de “Periquito”, titulada "JUAN SAPO". Si leíste la primera seguro que no dudarás en leer ésta. La frase “Faltaba mi dosis para fraguar la pócima” adquiere una dimensión inesperada. Parece pronunciada por un alquimista, nada más alejado de la realidad más mundana que nos presenta Perseo. Pero lo mejor es que lo leáis. Lo podéis hacer tras esta introducción. En su página “El laberinto de Perseo” podréis leer las dos entregas juntas, para mayor deleite. Un saludo a Perseo… y que siga colaborando con nosotros.

Os adelantamos que mañana tendremos crónica de Hermes. La esperábamos ansiosos y os aseguro que no defraudará con una sublime exaltación de ... bueno ya lo leeréis mañana. Sólo diré que es una auténtica declaración de amor. Un saludo muy especial a Hermes. 

Los barcos siguen esperando, anclados y pacientes, su entrada a puerto. Es todo un espectáculo verlos pasar tan cerca, uno más de los que nos brinda esta tierra de contrastes, generosa y humilde, encantadora y olvidada, por suerte olvidada, aunque cada vez menos. Si quieren ir de vacaciones a la playa vayan a la Costa del Sol, a Barcelona o a Benidorm, o mejor, a Cancún, a Río de Janeiro o a alguna paradisíaca isla del Pacífico, porque aquí, en esta costa onubense no hay nada, cuatro aburridos como nosotros a los que además nos gusta estar solos. Ustedes se lo pasan bien y nosotros nos quedamos tranquilos, pasando un día más, como otro cualquiera.
Por Cástor y Pólux.

JUAN SAPO, por Perseo

JUAN SAPO.

Por Perseo (15-05-2012).



Ese día  Periquito había hecho lo que mejor sabe hacer y mi abuela lo premió de la mejor manera que ella lo sabía premiar, con una enorme lata de albóndigas cuya etiqueta ponía  “Solo para Héroes” o algo así. Todos se alegraron de la hazaña, menos el pobre ratón, claro y yo. Tuve que aprovechar ese momento para cruzar la cocina sin que ese despiadado se fijara en mí y llegar hasta la escalera de piedra que me guiaba a la habitación de mi abuelo. 

Abrí la puerta y lo encontré echado en un sofá muy largo que tenía nombre ruso, Iván creo. Mi abuelo me tendió la mano que sujetaba una moneda de cincuenta pesetas y yo se lo agradecí dándole un beso en la mejilla en la que no le faltaba el ojo. Al irme intenté no rozarle el pie al que le faltaba el dedo gordo. Con los años me enteré del porqué de aquellas dos faltas, pero eso en otro momento, pues tenía que volver antes que el felino terminara de comer.


            Me despedí de todos y salí por la puerta principal donde estaban las plantas del dinero. Las revisé una por una, pero no había “madurado” ni un duro, es raro, pues cuando venían mis tíos me mandaban a “recolectar” pesetas y duros que crecían en esas plantas con forma de trompeta.

       Me esperaban mis amigos Luís y Marcelino, junto a la lata llena de orines. Faltaba mi dosis para fraguar la pócima. La pusimos apoyada en la puerta de la vecina de al lado, ya que no conocía a ninguno de los dos, como ellos me dijeron, llamamos al timbre y salimos corriendo. La puerta se abrió y la lata se volcó sobre unas botas negras que pertenecían a un tipo uniformado, con pistola y todo, que se disponía hacer el turno de tarde. Nos quedamos petrificados, ¿la odiosa vecina se había convertido en policía? Momento en que aprovechó el guardia para agarrarnos por las camisetas, con esa expresión que decía :”con estos me gano el ascenso”. Le preguntó a Luís que cómo se llamaba y él contestó:
-         Juan.  –dijo Luís-
-         Juan ¿qué?  –preguntó el policía-
-         Juan Sapo  –respondió-
-         ¿Juan Sapo? -volvió a preguntar-
-         Juan Sapo que me escapo!
…y echo a correr.
 Miró a Marcelino y le preguntó: ¿Y tú?
-         Yo Andrés –dijo Marcelino-
Y antes de que el policía abriera la boca prosiguió:
-¡Andrés que tengo las patas pa correr!
A mí ni me miró ni me preguntó, sólo sentí una cascada de nueces sobre mi cabeza, que eran los coscorrones que me estaba dando con esos nudillos de plomo.
-¿El nieto de doña Clemencia? ¿no?.

            En la ventana de la segunda planta me observaban mi abuela, Amada y Periquito.

Por Perseo.

lunes, 14 de mayo de 2012

INTRODUCCIÓN. EL CIELO, FACEBOOK Y DOS ARTISTAS, MARÍA Y RAFAEL.


Ya veis, la foto va del cielo, pero de este cielo cercano y azul que tenemos por montera, con su ozono, sus nubes y sus aviones. Del otro cielo sabemos que está más allá, aunque no sabemos donde está ese más allá. Cástor dice que lo sabe, Pólux no. El cielo de la foto, con sus nubes, es de hace varios días ya, pues en estos últimos el tiempo se antoja veraniego y las nubes que aparecen son altas y tenues, lo suficiente para provocar más calor e impedir el espectáculo nocturno de estrellas y planetas. Pero así es la naturaleza (en el sentido más empírico que tanto gusta a Pólux), y así la querremos. La foto está hecha con nuestra "minicámara" y a ras de tierra, aunque parezca que está hecha desde un avión. Con poco se puede hacer mucho.

Últimamente Cástor está muy sumido en nuestra página de Obtentalia en facebook, poniéndola en pie y haciéndola atractiva, y aquí, en la redacción de este blog, le echamos de menos. Se prodiga lo justo para supervisar y escribir las introducciones junto a Pólux. Desde aquí nuestro reconocimiento al trabajo que está haciendo en Factbook.

Hoy la novedad es otra vez nuestra modelo, sí, nuestra María, tan guapa y elegante como siempre. Os acercamos, tras esta introducción y también en la página de Minerva, una sesión de fotos realizada por Erregiro. Detrás de la cámara está Rafael R. Giro, diseñador gráfico, fotógrafo, pintor, maquillador, etc., todo un artista que vive en ese pueblo sevillano de artistas llamado Utrera. Saludamos desde aquí a Rafael, a quien además otorgamos nuestro mayor reconocimiento. En “Enlaces” hemos puesto varios enlaces a páginas en las que muestra sus distintos trabajos. Merece la pena echarles un vistazo.

Y mientras esperamos a mañana, a ver como podemos disfrutar hoy.

Por Cástor y Pólux.

FOTOS DE ERREGIRO
de nuestra querida modelo María.

Por Minerva.