Código de registro de la obra. |
DEDICATORIA: esta historia se la
dedico a Lucía, a quien envío un beso desde aquí, y también a los tres niños
para quienes hace ya bastantes años fue escrita, Rai, Guillermo y María, a
quienes tengo siempre presente.
"LAS OLAS DEL MAR". Parte
5.
Eladio salió corriendo hacia las sombras que llevaban a Alberto y comenzó
a gritarle "Alberto, Alberto, cierra los ojos, cierra los ojos", pero
Alberto no podía escucharle, las sombras zumbaban a su alrededor como un
enjambre de abejas. Eladio seguía corriendo hacia Alberto para acercarse más y
que le escuchara. En ese momento Eladio vio todo negro. Era como si todo
hubiese desaparecido, "¿qué pasa?" pensó. Vio dos puntos de luz, y de
pronto dos rayos de luz atravesaron sus ojos por sorpresa causándole una
dolorosa ceguera, dejándole sin fuerza. Quería cerrar los ojos y no podía. Y
escuchó "ya eres
mío". Se dio cuenta de que el hombre que le había llevado hasta allí,
ahora una sombra sin disfraces, le había atrapado. Se llevó las manos a los
ojos y se los tapó, pero los rayos de luz seguían penetrando en sus ojos a
través de sus manos. Bajó un poco las manos y con la punta de los dedos se
cerró los párpados. Ahora la luz dejó de cegarle y volvió a sentir fuerza en
sus músculos. Sin abrir los ojos salió corriendo todo lo rápido que pudo. De
pronto se acordó de Alberto y se paró en seco. No sabía hacia donde había
corrido, si se había acercado o alejado de Alberto. Tenía que avisarle para que
cerrara los ojos, pero entonces Eladio tendría que abrir los suyos para saber
donde estaba Alberto, y corría el riesgo de que la sombra le atrapara otra vez.
Pensó que si había escapado una vez de la sombra podría hacerlo otra vez. Así
que abrió los ojos. El grupo de sombras que llevaba a Alberto estaba ahora más
lejos de él, pero más cerca de la orilla. Sin saberlo había corrido en la
dirección equivocada. Empezó a correr hacia Alberto, que estaba ya cerca del
agua rodeado de sombras. Si se apresuraba le daría tiempo casi de alcanzarlo
antes de que estuviera sobre el agua. Corría con todas sus fuerzas, como nunca
antes lo había hecho. Y de repente, como antes, todo se oscureció. Pero al
instante, y antes de ver los puntos de luz, Eladio cerró los ojos mientras
seguía corriendo. Esta vez no sucedió nada. Cuando calculó que estaría cerca de
Alberto aminoró la marcha y abrió los ojos. Alberto estaba delante suya,
sostenido por las sombras. Empezó a gritarle otra vez "Alberto,
Alberto, cierra los ojos, cierra los ojos, es la única manera de
librarse". Entonces escuchó "socorro Eladio" pronunciado por
Alberto. Eladio entonces gritó todo lo fuerte que pudo "Alberto, cierra
los ojos", y de repente otra vez todo quedó oscuro. "Sin duda la
sombra quiere atraparme otra vez", pensó. Pero Eladio cerró de nuevo los
ojos y siguió gritando "Alberto cierra los ojos o te atraparán para
siembre. Si no puedes cerrarlos ayúdate con los dedos, pero cierra los ojos,
cierra los ojos". Repitió esto lo más fuerte que pudo hasta que escuchó
que algo cayó en el agua. "Sería Alberto", pensó, le han debido de
echar al agua para que le atrapen, pero no se atrevió a abrir los ojos, sabía
que las sombras estaban muy cerca suya, así que siguió gritando "Alberto
cierra los ojos, no los abras por nada, estoy aquí, ¿me oyes?".
Sombras en la noche. |
Ese es el último
recuerdo que tenemos los dos de todo lo que pasó. Nos encontró la guardia civil
a la mañana, antes de amanecer, inconscientes, llenos de moretones y porrazos.
Nuestros padres habían denunciado nuestra desaparición cuando ya de madrugada,
preocupados, hablaron con nuestros amigos y les dijeron la intención que tenía
Alberto de ir al pinar aquella noche. Nosotros contamos lo que nos había
pasado, pero claro, no hubo quien nos creyera. Ante la mofa de nuestros amigos
decidimos no hablar nunca más delante de nadie de lo que nos pasó. Entre
nosotros sí. Alberto nunca llegó a ver el rostro de las figuras que estaban en
el agua, pero yo se lo he contado. El tiempo ha pasado y ya somos mayores, pero
seguimos sin saber qué fue lo que pasó, y si pasó realmente. Jamás hemos vuelto
a ese pinar. Lo que más curioso me resulta ahora es el hecho de que cerrando
los ojos todo desapareciera. Eso es lo único que a veces me hace dudar de que
todo sucediera realmente. Nunca he dejado de ver a Alberto, eso nos unió para
siempre. Él anda investigando cosas raras, para encontrar una explicación, pero
nunca ha encontrado un caso parecido al nuestro. Yo ya no busco explicaciones
por que no sé qué creer. La verdad es que en cierta manera me gustaría que
pudiera pasarme otra vez. No quisiera pasar otra vez por aquello, pero sí me
gustaría, hoy, a mi edad, poder cerrar los ojos y que desaparecieran los
problemas.
FIN
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