A veces hacemos cosas que aparentemente no tienen mucho sentido. Una de ellas, sin mayor transcendencia desde luego, es el hecho de seguir comparando precios una vez que ya hemos realizado la adquisición de algo.
Generalmente, cuando compramos algo, es porque estamos convencidos de que se trata de una buena compra. Si ya estamos convencidos de ello, ¿por qué seguir mirando otros artículos equivalentes y sus precios?, ¿no deberíamos hacer eso antes de la compra y no después? Pero si lo hacemos así es, desde luego, por algo.
Parece que tenemos que afianzar nuestro convencimiento en que hemos hecho la mejor compra. ¿Y eso por qué? Parece evidente, ¿no? Cuando se necesita afianzar algo es porque eso no está aún seguro. A partir de aquí la deducción puede hacerla cualquiera sin que se moleste porque sea otro el que le diga como es.
Por Pólux.
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