Solemos apreciar la calidad cuando viene de fuera o está lejos, pero rara vez lo hacemos cuando proviene de lo más cercano.
Lo que buscamos y valoramos suele estar tan cerca que nos quemaría si supiéramos verlo. Sin embargo lo apreciamos incomprensiblemente en lo ajeno y lo lejano.
Y esa ceguera es nuestro propio castigo, pues nos perdemos el regalo de disfrutar fácilmente lo que tenemos tan cerca.
Por Pólux.
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