¡Cuánto puede llegar a cansar la rutina! Y no sólo la propia, sino también, y a veces aún más, la ajena. Escuchar a una persona hacer los mismos comentarios un día tras otro, semana tras semana, año tras año ... ¿Qué hay que tener en la cabeza para andar con tamañas fijaciones? Pues eso, la cabeza está vacía y sólo vaga por ella una idea que rebota una y otra vez entre los huesos del cráneo. Normal, siendo una sola idea ahora entendemos que se repita una y otra vez.
Pero dejando las ironías de lado, hemos de reconocer que hay personas (en ocasiones somos nosotros mismos) que no se dan cuenta de lo repetitivas de ciertas ideas, ciertos actos, o ciertas aptitudes, que muestran una y otra vez y que les hace enormemente previsibles y simples. Nada malo hay en ello, salvo para los demás, que pueden cansarse de escuchar siempre la misma copla (que además suele versar sobre alguna simpleza como la hora de levantarse, lo que se hace durante el día, lo buena y maravillosa persona que se es, lo que se cree importante ...), y para la propia imagen frente a los demás (para quien le importe), pues parecen personas incapaces de controlar sus ideas o emociones.
Normalmente quien es muy celoso de su intimidad no suele mostrar ese tipo de comportamientos, pues resultan contradictorios. Pero también las excepciones se dan.
En fin, que sí, que cansa y mucho. Pero eso es lo que hay.
Por Cástor y Pólux.
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