Es fascinante el Sistema Solar, del que ya conocemos mucho, un mucho que aún es poco. Y una de las cosas que más nos llama la atención es la diversidad de cuerpos y la gran diferencia entre ellos. La Luna o Europa, ambos satélites, de La Tierra y Júpiter respectivamente, tan diferentes, o dentro del mismo espacio y relativamente muy cercanos Europa o Ío, ambos satélites galileanos (descubiertos por Galileo) de Júpiter. Europa frío y helado, Ío caliente y activo.
Tenemos planetas rocosos (La Tierra o Marte) y planetas gaseosos (Júpiter o Saturno) con una dinámica y características muy diferentes. La atmósfera de Venus, ácida y pesada (alta presión), la de la Tierra más leve, con vapor de agua (nubes) y oxígeno, gas venenoso al que la evolución nos ha adaptado, o la de Júpiter, inmensa y tormentosa, donde el viento alcanza unas velocidades inimaginables en otros sitios.
Planetas rocosos, planetas gaseosos, planetas gigantes, polvo estelar, viento solar, meteoritos, cometas, asteroides, nubes de meteoritos ...
Las lluvias de meteoritos y las auroras boreales son dos de los espectáculos naturales más llamativos que nos hacen percibir directamente la interacción de nuestro planeta con el medio en el que está, el Sistema Solar (las mareas y los ciclos circadianos son otros).
Y toda esa variedad obedece y es creada, sin embargo, por los mismos átomos y los mismos principios ...
Y toda esa variedad obedece y es creada, sin embargo, por los mismos átomos y los mismos principios ...
Todo un derroche de posibilidades hechas realidad.
Por Cástor y Pólux.
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