El último tramo de la calle donde vivo lo han hecho zona azul, como ya lo era el resto. El barrio donde trabajo también.
Los Ayuntamientos, ávidos de ingresos, adoptan nuevos modelos para acrecentar sus ingresos, la injusticia de uno de los cuales esconden bajo el eufemismo de "Zona Azul". ¡Perdonen!, que "Zona Azul" ni "Zona Azul", "Impuesto por Aparcar" de toda la vida, aunque ahora veremos que ese impuesto va más allá.
Por si no anduviéramos suficientemente ahogados con los Impuestos Estatales y la subida real de los precios (aunque fuera por bajada del poder adquisitivo debido a otros motivos -recortes salariales, sanitarios, educativos), viene el Ayuntamiento por lo suyo.
Ya pagamos una buena cantidad a cuenta del automóvil con el Impuesto de Circulación, uno de los muchos que gravan al automóvil, pero este además lo pagamos todos los años. Realmente grava a un vehículo, por que con el pago de ese Impuesto adquiero el derecho a su uso para circular con él por mi ciudad. A primera vista parece que la "Zona Azul" (ya saben, el "Impuesto por Aparcar") grava los vehículos, pues limita el aparcamiento del mío. Y así es. Pero desde los ojos de quien vive en la zona afectada por ese azul municipal, la aplicación del impuesto adquiere una dimensión distinta. Resulta que la calle donde vivo y en la que siempre aparco sin mayores problemas la hacen zona azul. Así que ahora si quiero aparcar como siempre, he de pagar, o si no tomarme la molestia de dejar el automóvil dos o tres calles más lejos, si no más. No me afecta el impuesto por el uso de mi automóvil, sino por vivir en determinada zona. Oiga, ¿pero no existe ya el Impuesto sobre los Bienes Inmuebles (I.B.I.)?
Esto es lo que hace a la "Zona Azul" tan injusta, pues aplica un impuesto en una zona determinada de la población, en detrimento y con perjuicio respecto de otra zona, y además por un motivo que en realidad afecta a los vehículos, los cuales además tienen ya su propio impuesto (Impuesto de Circulación, como vimos).
Pero aquí, en este pueblo del sur, como en otros tantos lugares, sucede eso. No es lo más grave, ¡Gracias a Dios!, pero cuando pica acaba escociendo, y más si se trata del bolsillo. Los políticos alaban nuestro esfuerzo frente a la crisis, el que nos han obligado a hacer, pero no saben lo que es sufrirla, pues ellos la gestionan, es su trabajo, el pago del cual lleva implícito precisamente que no sepan lo que es sufrirla (¡no se van a aferrar a los cargos!).
Creo que se puede entender fácilmente que estemos ya muy cansados de tanto deseo administrativo. El Estado, Ministerios, Direcciones Generales, Asesorías, Gobierno Autonómico, Consejerías, más Asesorías, Ayuntamientos, Concejalías, Diputaciones..., y esto es sólo por encima. ¿No vamos a estar como estamos habiendo tantos organismos necesitando cobrar su propio impuesto? Son personas quienes dirigen y gestionan las instituciones, y son ellas las que han de darle un giro de comunión con el pueblo del que emanan sus poderes y facultades, aunque no se les ve muy por la labor.
Por Pólux.
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