¡Qué cruel es la deshumanización! Verse capaz, inteligente, eficiente, razonable, ilusionado..., e ir perdiendo poco a poco cada pequeño matiz humano hasta advertir que el proceso está ahí, imparable, como un cáncer que corroyera la consciencia con el regocijo de saberse temido.
La crueldad es una acción y un sentimiento exclusiva y típicamente humana, pues implica la consciencia, la capacidad de valorar el hecho cruel, o la intención, en otro caso, para serlo. Produce el dolor por la pérdida de lo que es propio, la humanidad.
La crueldad, infringida o sufrida, es el acto doliente más propiamente humano, por la intención que requiere infringirlo y la consciencia que supone sufrirla.
Una enfermedad, según lo que hemos referido, no es cruel ni puede serlo, pero el sufrimiento humano que puede producir sí lo es, por eso comenzábamos hablando de la crueldad de la deshumanización y no de la enfermedad.
Nos referimos, evidentemente, a la deshumanización personal, pues hay una social y colectiva con matices y consecuencias distintas, aunque en su raíz trátase de lo mismo, la pérdida de lo que nos define como personas, siendo siempre el hecho cruel el conocimiento consciente de esa pérdida.
Nos referimos, evidentemente, a la deshumanización personal, pues hay una social y colectiva con matices y consecuencias distintas, aunque en su raíz trátase de lo mismo, la pérdida de lo que nos define como personas, siendo siempre el hecho cruel el conocimiento consciente de esa pérdida.
Por Cástor y Pólux.
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