Las relaciones sociales se nos antojan como la maraña de cuerdas que aparecen en la fotografía de cabecera de hoy.
En la red de esas relaciones cada uno de nosotros es un nodo con múltiples entradas y salidas, como una neurona en su red neuronal, sólo que la neurona cumple su función establecida (el buen funcionamiento general) y el nodo que somos cada uno de nosotros entra en conflicto con otro nodos por motivos ajenos al interés general.
Esos conflictos nos afectan, pues crean una resistencia y un desgaste que va en detrimento de la profilaxis emocional y relacional, aunque esto, hay que admitirlo, así lo creemos, es consustancial a nuestra naturaleza.
Además cada nodo hace responsable al otro del conflicto, con lo que se interfieren las vías de solución. Ya dice el refrán que dos no riñen si uno no quiere, haciéndonos ver, con la sabiduría del sentido común, que el conflicto es responsabilidad de dos, y no de uno como nos empeñamos en creer, tal vez más por amor propio y orgullo que por otra cosa.
Pero es difícil admitir la propia responsabilidad, aunque en realidad no debiera serlo tanto, pues esa admisión es sólo un reconocimiento de la realidad del conflicto, no un paso real hacia su solución, aunque sí un requisito para ésta si es lo que interesa.
Por Cástor y Pólux.
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