¿Cómo actuaríamos ante una situación límite? Es en ese caso donde conocemos nuestros verdaderos límites, aquéllo que podríamos llegar a hacer de lo que no creíamos que fuéramos capaces.
Pensamos con la cabeza fría y aplicamos nuestra lógica, la lógica de lo cotidiano y lo previsible. Pero en la situación límite nada es cotidiano ni previsible.
Es mejor no verse al límite pero llegado éste es cuando más sentido cobra ese dicho de "nunca digas de este agua no beberé", que ya la misma vida en su inesperado devenir confirma más veces de las esperadas.
¿Por qué nos empeñamos entonces en creer saberlo todo incluso de nosotros mismos? ¿Qué podemos contra el devenir? Al menos nosotros nos sentimos como una hoja arrojada a la corriente de un río. Nuestra propia lucha puede ser efectiva, pero sólo con el beneplácito de las fuerzas que actúan en la vida.
Por Cástor y Pólux.
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