Playa frente a nuestra atalaya. |
¡IMPRESIONANTE! No encontramos mejor palabra para definir el espectáculo sonoro de esta mañana. Al empezar a clarear el día, sobre las seis y media o poco más de la mañana, el fuerte estruendo de las olas del mar nos han despertado aquí en nuestra atalaya.
Nos preguntamos ahora cómo hemos podido dormir con tal ruido. Debe haber sido por su efecto relajante, hasta que la intensidad del ruido ha sobrepasado el umbral bajo el que se sostenía nuestro sueño.
Nos hemos mirado y no hemos tenido que mediar palabra. Impresionante, simplemente impresionante.
Cuánto echamos de menos estos momentos en la atalaya cuando no podemos estar en ella, cuando los quehaceres y obligaciones adquiridos se imponen y nos presionan, cuando el malestar por uno mismo no encuentra alivio y no tenemos a donde escapar ...
¿Qué estamos haciendo? El río nos lleva y nos lleva, hasta que llegamos al mar para descubrir que tal río no existía, que era nuestra propria inercia la que nos empujaba hacia el mar.
Por Cástor y Pólux.
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