La sensación de fracaso que nos produce no ser proactivos es una de las razones que nos lleva a no plantearnos los motivos que dirigen nuestros actos.
El principal requisito para ser proactivo, es decir, para decidir tus propias metas y actuar por ti mismo para conseguirlas a partir de tus propias decisiones y valores, es responsabilizarse de los propios actos, y eso no es tan fácil como en principio pudiera parecer.
Si voy a decidir por mí mismo, según mi razón y mis ideas, sin dejarme influir por la zozobra de los sentimientos, tengo que ser capaz de asumir y aceptar esas decisiones, es decir, he de responsabilizarme de mis actos.
Es cómodo dejarse llevar, quejarse por las decisiones que toman otros cuando nosotros no somos capaces de tomarlas. Es fácil dejarse llevar por el sentimiento, a veces cambiante y desanimador, y no luchar contra él cuando la consecución de mis metas lo requieren. En definitiva, es fácil dejarse llevar por la corriente del río de la vida. Pero hemos de saber qué queremos y qué estamos dispuestos a hacer para conseguirlo.
Al final el camino, tortuoso y complicado, nos espera la recompensa, como muestra la foto de cabecera de hoy, si es que somos capaces de recorrerlo.
Por Cástor y Pólux.
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