Ayer hablábamos de ir contra la corriente del río de la vida.
A veces nos parece muy claro que de nada sirve luchar contra esa corriente, y otras que el verdadero sentido de lo que hacemos está en luchar contra esa corriente. Y es que casi siempre todo es un problema del lenguaje, que es generalizante frente a la realidad, taxativa y particular. Hablamos muchas veces de casos particulares con un lenguaje que los generaliza, o que usamos de forma que generaliza.
En determinados sentidos, y sólo en determinados sentidos, no podemos luchar contra la corriente del río de la vida. Pero en otros la vida es una constante lucha contra esa corriente.
Hemos de intentar definir con propiedad lo que hablamos y de lo que hablamos, para evitar malentendidos y discusiones inútiles. ¡Cuántas veces discutimos pero en el fondo hablamos de lo mismo! Incluso a veces debiéramos definir previamente el sentido de las palabras y los conceptos que vamos a usar, aunque eso va contra el principio de economía del lenguaje -decir lo máximo con lo mínimo-.
Hemos de aprende a hablar y a comunicar. En el colegio nos ensañaron muchas cosas, pero no a hablar, a hacer amigos, a ser emprendedor, a tener fuerza interior. Eso lo aprendemos en la vida, pero no estaría más unas nociones básicas que nos abrieran, aunque levemente los ojos, antes de darnos porrazo tras porrazo contra el muro de la vida.
Por Cástor y Pólux.
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