Es llamativo el uso demagógico que de las situaciones más dolorosas desde el punto de vista humano pueden llegar a hacer los políticos. El último caso de ello lo estamos viendo estos días. La situación humana es, en esta ocasión, el calvario por el que están pasando miles de personas y familias como consecuencia de los desahucios por impago de hipotecas.
Los desahucios siempre han existido y nunca han importado. La Ley Hipotecaria siempre benefició los intereses de los Bancos pero nunca pareció que eso importara. Lo que ahora diferencia la situación es la alarma social. Es decir, que desahucien a cinco personas se puede asumir, porque es el coste social que todos hemos asumidos. Pero que desahucien a mil personas ... Parece que aquí lo que importa es la cantidad, no la calidad.
Han tenido que morir personas (suicidios) y que salir a manifestarse a la calle miles más para que haya alarma social. y los políticos sientan que se les pone en entredicho.
Los motivos para acabar con esta situación no son los suicidios, porque no sabemos qué pasa por la cabeza de esas personas en ese momento, ni si tienen otro problemas añadidos o no. Es difícil valorar eso y no seremos nosotros quienes lo hagamos. Tampoco es motivo la indecencia de los Bancos, pues siempre ha sido así y lo hemos soportado sin más. El motivo de fondo para acabar con esa situación es simplemente la injusticia. Un sistema que a todas luces es injusto y que no da ninguna oportunidad al deudor si el Banco acreedor no lo quiere.
Pero tampoco seamos ingenuos y culpemos de todo a los Bancos. La Ley está ahí y es de obligado cumplimiento. Lo que pasa es que el legislador ha puesto más su interés en favorecer a un lado que a otro. Y ya sabemos cuál es el lado que siempre se favorece.
No se puede ahora sin más acabar con ese sistema como de forma demagógica y deliberadamente inconsciente proponen algunos políticos siempre del lado del trabajador, proceda o no. Son conscientes de que no puede hacerse así pero lo pregonan para ir contra su adversario político. La seguridad jurídica del sistema se basa en el cumplimiento de las normas que lo sustentan, y no pueden cambiarse ésto a antojo. Habrá que encontrar una buena fórmula, sino se podría acabar justificando la insumisión.
Por Cástor y Pólux.
Pues creo que la insumisión pacífica no sería un mal camino... Al fin y al cabo, nuestros gobernantes nunca realizan todo aquello que predican antes de ser elegidos por votación popular. Mas bien lo contrario; terminan haciendo lo que les viene en gana, como simples títeres en manos mas poderosas que realmente son los que mueven los hilos de nuestros países y destinos. Ojalá pudiéramos levantarnos pacíficamente contra todos ellos YA
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