La filosofía fue una de mis pasiones de juventud. Creo que es algo común sentirse fascinado por nuevas y originales ideas en esa época de la vida en que uno se abre al conocimiento y tiene un especial deseo por comprender posturas alejadas de las que se encuentran en el entorno.
Pero toda fascinación se desvanece allá donde la realidad impone su criterio y evidencia como anhelo utópico lo que se creía posible. Y es que la juventud es osada, pero antes que osada es ingenua.
El mismo conocimiento que me proporcionó la filosofía me alejó de ella. Conocerla de cerca me mostró sus limitaciones. No quiero postular con ello la falta de valor de la filosofía, pero sí la falta de valor de mi fascinación inicial.
La filosofía puede proporcionar un conocimiento útil, más bien un método válido de apertura al conocimiento, pero no es en sí misma fuente de conocimiento, como lo es la ciencia.
Por Pólux.
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