Y la tercera y última entrega de la mala educación en los trenes de cercanías. Ya hablamos de las rampas mecánicas y de los tornos.
Cuando se va a entrar en un lugar de donde antes tiene que salir gente, como un ascensor, un tren, un coche, etc., lo educado, y sobre todo lógico, es dejar salir antes a las personas que están dentro. Y es sobre todo lógico porque si no se deja salir a quien está dentro resulta más difícil entrar. El principio físico aplicable es bien sencillo, es más difícil entrar en lo que está lleno, sobre todo si está muy lleno, que en lo que está vacío.
Deberíamos esperar que bajara la gente del tren antes de empezar a subir. Pero es tal el ansia de subir, de coger el mejor sitio o no sé qué, porque realmente no lo sé, que nos lanzamos como posesos sin importarnos que alguien esté bajando. El galimatías es a veces importante y lo empujones molestos.
Pero es que para bajar del tren sucede algo parecido, una competencia feroz par bajar el primero. Se nos va la vida en ello. Es como si el retraso de unos segundos en salir se tradujeran en años de vida. La razón no la sé, supongo que el ansia por llegar cuanto antes a casa.
Pero la mala educación llega a veces a extremos ridículos: empujones, malas caras, carreras, más empujones... Lo que somos capaces de hacer los humanos por conseguir bajar antes que otro del tren, es decir, por nada.
Cuando se va a entrar en un lugar de donde antes tiene que salir gente, como un ascensor, un tren, un coche, etc., lo educado, y sobre todo lógico, es dejar salir antes a las personas que están dentro. Y es sobre todo lógico porque si no se deja salir a quien está dentro resulta más difícil entrar. El principio físico aplicable es bien sencillo, es más difícil entrar en lo que está lleno, sobre todo si está muy lleno, que en lo que está vacío.
Deberíamos esperar que bajara la gente del tren antes de empezar a subir. Pero es tal el ansia de subir, de coger el mejor sitio o no sé qué, porque realmente no lo sé, que nos lanzamos como posesos sin importarnos que alguien esté bajando. El galimatías es a veces importante y lo empujones molestos.
Pero es que para bajar del tren sucede algo parecido, una competencia feroz par bajar el primero. Se nos va la vida en ello. Es como si el retraso de unos segundos en salir se tradujeran en años de vida. La razón no la sé, supongo que el ansia por llegar cuanto antes a casa.
Pero la mala educación llega a veces a extremos ridículos: empujones, malas caras, carreras, más empujones... Lo que somos capaces de hacer los humanos por conseguir bajar antes que otro del tren, es decir, por nada.
Por Pólux.
No hay comentarios :
Publicar un comentario