Ay esta vida mía, confundida y desabrida, destemplada y fría, lejana, muy lejana, desgarro, todo menos mía.
Ay amor, preocupada tú por desterrar de mi frente este horizonte oscuro y frío. Ay amor, ¿cómo convencerte de que eres mi única razón, mi último y único asidero a no sé qué cordura?. No me sueltes y sonríeme, que sienta tu calidez en la sima, lejana como el incomprensible cosmos, de mi mente.
Aymé, que reír quiero y tanto me cuesta. No es lástima lo que siento, sino hondura, enajenación, vacío, sinrazón, desesperanza. Ni siquiera pérdida, pues no sé si en verdad alguna vez tuve.
Creo enloquecimiento donde creía tristeza, dolor donde creía cansancio, ceguera donde creía nublado.
Ay tú, amor, no desesperes, no me faltes, no seas como yo, que sin ti desaparezco, que desaparezco sin ti.
Por Pólux.
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