Con que facilidad juzgamos a los políticos tildándolos de ladrones y aprovechados. Miremos más cerca, miremos a nuestro alrededor. ¿Quienes forman el grupo de los medianos y pequeños empresarios de nuestra región, de nuestro pueblo? Nuestros vecinos que tienen una pequeña tienda de confección, o un supermercado con varios empleados, o nuestra cuñada que dirigen un catering, una empresa de limpieza industrial o un bar de copas.
Antes de seguir quiero dejar claro que me estoy refiriendo a una parte, sólo una parte, de los medianos y pequeños empresarios, pues hay otra parte que son ejemplarmente trabajadores, cumplidores con sus obligaciones laborales y respetuosos con las necesidades de sus empleados.
Y pregunto, ¿cuánta gente hay trabajando sin estar dada de alto en la seguridad social, con horarios abusivos, sin que se tengan en cuenta sus derechos laborales, cobrando horas extras de miseria, caso de ser pagadas y además con la amenaza de ser despedidos si no se aceptan esas condiciones? Es un abuso intolerable privar a alguien de sus derechos sobre todo cuando suponen el sustento futuro como la seguridad social. Ese tipo de empresarios son explotadores y roban a sus empleados, quedándose con el dinero que les corresponde por horas extras, por seguridad social, por vacaciones, y por tantos conceptos más.
Los políticos roban el dinero de todos, y nuestros vecinos empresarios roban el dinero a personas concretas, a sus propios vecinos, a personas que como ellos se buscan la vida, , igual que hace un atracador o un estafador en medio de la calle. Pero parece que aquí los único malos son los políticos.
La moderna esclavitud laboral viene de la mano, como siempre, del empresario, en connivencia con una ordenación jurídica que les es favorable gracias a unos políticos que legislan para todos menos para ellos mismos.
Por Pólux.
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