Hoy os presentamos un nuevo artículo de nuestro colaborador Hermes, titulado "¿ULTRAS Y RADICALES VIOLENTOS EN EL FÚTBOL?; NO GRACIAS", en el nos habla sobre la desafortunada muerte de un ultra del Deportivo de La Coruña en un enfrentamiento con radicales del Frente Atlético, acaecido hace unos días.
Lo encontraréis tras esta entrada (la inmediatamente anterior), en la página de Hermes "Las crónicas de Hermes", pulsando con el ratón sobre el título del artículo antes escrito o en el enlace de "Últimos contenidos".
Me gustaría puntualizar sólo una cosa sobre el tema del que nos habla Hermes. Esas "pandillas" de violentos ejercen su fuerza bruta, por lo visto única de la que hacen gala, con independencia de ideologías, deportes u otras manifestaciones ajenas a sus actividades delictivas. Su vinculación con el fútbol creo que se debe únicamente al hecho de que en él encontraron hace tiempo un "caldo de cultivo" idóneo para su violencia, una actividad deportiva de masas donde camuflarse, que se repite semanalmente y que permite desplazamientos que les hace más difícil de identificar, pudiendo con ello dar continuidad a sus fechorías. Además, tristemente, en sus inicios los clubes de fútbol les ampararon con tal de llenar campos de fútbol y tener asegurados unos seguidores para sus equipos. Pero ni son hinchas, ni peñas, como desafortunadamente les llamó un dirigente, ni seguidores de nadie, tan sólo de sus consignas violentas.
Por otro lado dudo mucho de que tengan verdaderas ideologías, ni de derechas ni de izquierdas, sino sólo consignas bajo las que se agrupan para ejercer la violencia, como señas de identidad del grupo al que pertenecen. En el fondo es una cuestión de falta de identidad. Trabajo para psicólogos y psiquiatras.
Los dirigentes del fútbol hacen bien en repudiar esos actos, pero deberían dejar claro que no sólo nada tiene que ver el fútbol con esa violencia, que no es un problema de ese deporte, sino de la aglomeración de masas que provoca y en la que se amparan esos desalmados. Es un problema de orden público, y así habrá de ser tratado. Porque si no hubiera fútbol aparecerían en manifestaciones (que también lo hacen) o en las puertas de las discotecas.
La única culpa del fútbol es la de haberlos amparado en el pasado (y no tan pasado), y tal vez el no poner todas las medidas posibles para evitar que una violencia ajena a ese deporte le salpique tan de lleno. Hay que dejar claro que son grupos violentos, prácticamente terroristas, ajenos a todo, salvo a sí mismos.
Y os dejo con el artículo de Hermes, que a buen seguro os gustará.
Por Pólux.
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