Con el paso del tiempo nos parecen estar más vacías las cosas, todo en general, de un sentido más o menos determinado.
El "por qué" ser torna, como nuestra atalaya, cada vez más utópico, menos real. Nada nos sostiene, más que el propio hecho de estar aquí, pues la autoconsciencia, por sí misma, no deja de ser consecuencia de pensamientos que, precisamente por ser sólo pensamientos, no demuestran nada.
Imperios, religiones y civilizaciones buscan causas que, por supuesto, encuentran, dado que cada cual adquiere la que le identifica y le define. Dios, en sus múltiples versiones, está en el fondo de la mayoría de esas causas. Un Dios que vaciamos de contenido con nuestros actos, con los que demostramos lo lejos que estamos de él, tan lejos que andamos perdidos, tan lejos que posiblemente no esté, tan lejos que se antoja una mera ilusión.
Por Cástor y Pólux.
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