Solemos usar el tópico del "que mal repartido está el mundo", más que como una reivindicación, como una queja por nuestra posición frente a otras que consideramos mejor.
Pero objetivamente nosotros estamos mejor (desarrollo, educación, sanidad, rentas, etc.) que mucha más gente que renuncia a todo y se tira al mar para cruzar una frontera de esperanza hacia una mejora que en muchísimos casos no llega.
Pero cada uno hacemos nuestra vida, la que a duras penas llevamos, y nos quejamos por ello. Pero es natural y bueno querer progresar y afianzar el bienestar, es el mismo principio que hace a un inmigrante cruzar media África y un trozo de mar. Por ello sus razones son tan poderosas como las de todos, más incluso si cabe dada la precariedad de su situación.
No entender esa igualdad lleva a situaciones xenófogas, racistas o a otros tipos de marginación, cuya única justificación hay que buscarla en una mentalidad aburguesada y acomodada, tan legítima por supuesto como cualquier otra, salvo por la falta de respeto que muestra hacia otros.
No nos quitan los puestos de trabajo, ni peligra nuestra identidad patria, tan sólo nos muestran una realidad difícil ante la que debiéramos ser un poco más humildes.
Por Cástor y Pólux.
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