La atrocidad sucedida con el avión de pasajeros derribado cerca de la frontera ucraniana es una de las muchas consecuencias de una guerra. Lo que llama mucho la atención es la respuesta internacional, como casi siempre débil, mediatizada e ineficaz.
Comprendemos que una respuesta no medida podría tener consecuencias tal vez aún peores, pero es doloroso el trato dado a los restos mortales y tener la casi seguridad de que los verdaderos responsables saldrán impunes.
Eso pasa con las guerras, que amparan todo tipo de abusos. Se preparan "duras" sanciones que son de risa frente a lo que sancionan. No decimos que entre un contingente militar a tomar la situación frente a una pandilla muy bien armada (aunque dan ganas), pero es que las sanciones y las condenas de la ONU están a la altura de su eficacia.
Lo cierto es que queda una sensación de indefensión muy frustrante ante el temor con el que la comunidad internacional toma medidas. Nada devolverá su vida a los muertos, pero habrá que honrarles de alguna forma. Ojalá estemos equivocados y se tomen medidas eficaces.
Por Cástor y Pólux.
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