"¡Qué bonito sería llegar por la mañana, decir buenos días y que te contestaran con una sonrisa!".
¡Qué bonita frase! Nos han contado que la dijo alguien al llegar por la mañana a su oficina de trabajo. Parece ser que la cara de los demás no era de felicidad, y no sólo por tener que iniciar el día de trabajo.
Tras esa frase se escondía una realidad que para nada reflejaba lo que quería dar a entender quien pronunció esa frase. Para entender la situación había que preguntarse ¿haces tú algo para que los demás te reciban con una sonrisa? Siempre esperamos de los demás, pero no pensamos en dar o creemos que lo hacemos, sin más. Y eso era lo que sucedía. La persona en cuestión se había ganado a pulso el desdén de los demás y encima les culpaba a ellos de ese desagrado.
Cada uno cuenta la historia como le va, y más aún, se la cree como le interesa. Si alguien no está dispuesto a reconocer alguna culpa, ésta será siempre de los demás. Como dice el refrán, quien siembra vientos recoge tempestades. Nuestros actos tienen consecuencias. Pero quien pronunció la frase jamás reconocerá los vientos que sembró.
Cuidado con lo que nos cuentan, pues cada uno lo hace según le va, como hemos dicho antes. La frase que parecía tan bonita escondía debajo justo lo contrario de la queja que llevaba implícita.
Por Cástor y Pólux.
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