¡Cuánta importancia tiene la presión social! Tanta que en gran medida actuamos en nuestra relación con los demás mediatizados por ella. Nuestra psicología es principalmente represiva, se adapta a las limitaciones del exterior más que intentar asumir el mando de éste, simplemente porque la principal función del cerebro consciente es la adaptabilidad, por encima del control (nos referimos al control sobre el mundo externo).
La fortaleza interior suficiente para enfrentar esa presión social difícilmente se aprende o se adquiere con su ejercicio. Estamos convencidos de las grandes limitaciones para cambiar nuestra personalidad, para conseguir ejercer la voluntad que no se tiene, para hacer lo más conveniente, así sin más, para cambiar el rumbo de una vida que ya tiene un rumbo, de ser emprendedor cuando se es apocado, de ser comedido cuando se es excesivo, de ser cauto cuando se es impulsivo ...
No, no es fácil cambiar. Hay quien dice que proponiéndose algo se consigue. Eso es cierto, ¿pero todos tenemos la misma capacidad de sacrificio y voluntad para perseverar en ese propósito? Hay quien nos diría "propónganselo de verdad". Nosotros le diríamos que admiramos su capacidad para hacerlo, pero que se equivoca si piensa que todos tenemos esa capacidad. Si así fuera ¿qué hace que no todos consigan sus propósitos? Nos podrían decir "la flojera, el tedio...", a lo que responderíamos que esa flojera y ese tedio son parte de la personalidad que dificulta el ejercicio de la voluntad.
Nada es imposible, aún ejercer de pronto una voluntad que no se ha tenido, pero es harto improbable.
En fin, no queremos convencer a nadie, sólo explicar nuestro punto de vista con la intención de que cada cual reflexione y se posicione.
En fin, no queremos convencer a nadie, sólo explicar nuestro punto de vista con la intención de que cada cual reflexione y se posicione.
Por Cástor y Pólux.
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