Y también llegó el día de Reyes Magos.
Esperamos que os gustara la canción de Orfeo que estrenamos ayer domingo en Obtentalia, "Luz de la aurora". Para los que no la hayáis escuchado os dejamos aquí dos enlaces, el primero a la página de este blog donde lo encontraréis (además de en su página), y el segundo al canal de YouTube donde podéis escucharla:
Nos parece un buen día para referirnos a uno de los principios que creemos más importantes para la convivencia y las relaciones sociales y personales, que está en la base de la educación, la libertad, la justicia y el desarrollo personal: EL RESPETO.
La acepción de la palabra respeto que más se adecua al sentido en la que estamos utilizando es la que consta en segundo lugar en la definición del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), esto es, "Miramiento, consideración, deferencia."
El respeto implica una concesión al punto de vista y al sentir ajeno, y ahí es donde reside la dificultad para su práctica generalizada.
Entendemos que el respeto tiene esencialmente dos momentos, uno primero consistente en la capacidad de entender al otro, mimetizarse con sus ideas o sus problemas, lo que a su vez significa tener cierta flexibilidad mental para entender el juicio y la moral ajenos y distintos. No es baladí este primer momento, y creemos que es el más complicado de superar. Suelen jugar en contra la mentalidad y la cultura llamémosle "local" o "particular", que cercenan una visión amplia, general y comprensiva. El segundo momento creemos que es el hecho mismo de tener respeto, dar el paso para ejercerlo. La dificultad principal de este segundo momento suele ser también una cuestión de mentalidad, es decir, entender el tener respeto como una cierta claudicación frente al otro, una humillación o la forma en que me engañen dando yo el primer paso confiado.
Pero respeto, al menos de inicialmenete, nada tiene que ver con la confianza. Ésta hay que ganarla y merecerla, aquél hay que presuponerlo, aunque una vez perdido se asemeja mucho a la confianza.
No son grandes actos los que se piden o requieren para una convivencia eficaz y positiva, más bien al contrario, pequeños gestos en principio sin importancia que generan y acumulan la tensión. Por ejemplo, ser educado hasta para dar las gracias, no saltarse una cola, no aparcar en zona reservada a minusválidos... Alguien podrá estar pensando que esto es una simpleza, pero nosotros estamos convencidos de que no lo es y de que esos pequeños gestos tienen más transcendencia de lo que inicialmente pudiera parecer.
Por Cástor y Pólux.
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