Desde cierto punto de vista el ser humano, la cúspide de la creación en este coto cerrado llamado Tierra, parece algo maravilloso, complejo e intrincado, con unas capacidades que ponen a prueba la lógica y las más elementales reglas de lo posible y hasta lo aceptable, pero desde otro cierto punto de vista el ser humando, ese mismo ser humano que nos maravilla, nos parece a su vez elemental, previsible, vano, guiado por una programación psicológica evidente y nada sutil, en una palabra, nos parece un ser simple, es más, de una simpleza extrema.
Que todo es relativo es un principio básico de la vida y del pensamiento tan evidente y directo que no entendemos su puesta en duda, mejor dicho, que no aceptamos su puesta en duda, porque nos tememos que entenderlo lo entendemos. Y ese principio básico es el que nos hace tener esa doble concepción del ser humano, en nada incompatible.
Tengamos en cuenta que lo misterioso no es por definición complejo, es desconocido, y puede ser perfectamente simple. Y eso creemos que ocurre con nosotros, seres humanos, que ante nuestro propio desconocimiento nos llamamos complejos y misteriosos, pero en realidad es sólo eso, desconocimiento.
Por Cástor y Pólux.
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