Hoy os hablamos, además de la reflexión contenida en esta entrada del domingo, del concierto del Coro Auxilium que tuvo lugar ayer en Utrera, esa localidad tan artística de la provincia de Sevilla. El comentario del concierto lo podéis ver tras esta entrada o pulsando aquí.
También tenéis nuevas sugerencias a las que podéis acceder desde el enlace del lateral izquierdo. Y la semana que viene posiblemente tengamos nueva canción de Orfeo. Hasta entonces os recomendamos escuchar algunas de sus composiciones, todas originales. Las tenéis en su página "La música de Orfeo". También tenéis un enlace directo a la canción de Obtentalia (compuesta también por Orfeo en exclusiva para Obtentalia) en la lateral derecho. También tenemos en YouTube el canal Obtentalia desde el que se pueden escuchar algunas de sus canciones. Poco a poco nuestros técnicos irán preparando todas las demás para que estén disponibles en YouTube.
Y vamos con nuestra reflexión.
Las convenciones sociales penetran de tal forma en nuestra consciencia tanto personal como colectiva, que nos hacen actuar y ver con coherencia determinadas cosas que en nada lo son. Nos referimos a un caso concreto que pasamos a ejemplarizar.
También tenéis nuevas sugerencias a las que podéis acceder desde el enlace del lateral izquierdo. Y la semana que viene posiblemente tengamos nueva canción de Orfeo. Hasta entonces os recomendamos escuchar algunas de sus composiciones, todas originales. Las tenéis en su página "La música de Orfeo". También tenéis un enlace directo a la canción de Obtentalia (compuesta también por Orfeo en exclusiva para Obtentalia) en la lateral derecho. También tenemos en YouTube el canal Obtentalia desde el que se pueden escuchar algunas de sus canciones. Poco a poco nuestros técnicos irán preparando todas las demás para que estén disponibles en YouTube.
Y vamos con nuestra reflexión.
Las convenciones sociales penetran de tal forma en nuestra consciencia tanto personal como colectiva, que nos hacen actuar y ver con coherencia determinadas cosas que en nada lo son. Nos referimos a un caso concreto que pasamos a ejemplarizar.
El otro día un jovencito de unos 18 años bajaba de su cuarto al salón donde estábamos con otras personas celebrando la Nochebuena. Traía una botella de ron (70 grados) como aportación a la botellona que poco después haría con su pandilla, para luego acabar en una discoteca. Alguien le preguntó que cuántos cubatas se bebía, a lo que respondió que unos tres nada más. Todos bromeamos con aquéllo, ¿qué no beberían otros? Poco después salía por la puerta con la botella de ron bajo el brazo, sin ningún tipo de control, queremos decir que volvería al día siguiente, y si quería emborracharse y en vez de tres tomarse ocho cubatas nada ni nadie se lo impediría. Normal, era mayor de edad y no estaba haciendo nada ni ilegal, ni sospechoso y ni siquiera fuera de lugar (interiormente nos decíamos que ya hubiésemos querido esa libertad para nosotros a esa edad).
Horas más tarde, de vuelta a nuestra atalaya comenzamos a reflexionar sobre lo sucedido. Que beber, aún desmedidamente, se vea como algo normal en nuestra sociedad no dejar de ser un convencionalismo. De hecho ha habido países y épocas en las que las bebidas alcohólicas han estado prohibidas (hoy en España su publicidad está restringida), hasta el punto de ser perseguido su consumo. Y médicamente tienen la consideración de una droga, más potente incluso que la marihuana u otros derivados del cannabis. Sin embargo éstos son considerados drogas nocivas y socialmente, salvo por los consumidores, no son aceptadas.
Nos preguntábamos, ¿qué habrían pensado todos si el jovencito en vez de ir a la botellona con ron para tomarse tres cubatas hubiera dicho que iba a fumarse tres porros? Hubiera recibido una reprobación generalizada. No creemos coherente esa actitud, pero la convención social que permite el alcohol, forma parte de nuestra consciencia de lo que está bien o no, y viste de coherencia lo que no la tiene.
Muchas son las convenciones sociales que revisten de coherencia nuestros actos, así no tenemos que pensar si lo que hacemos está bien o mal, ya nos viene dado el juicio moral, y eso es muy cómodo. Pero no se trata de si es cómodo o no, sino de si nos podemos tragar eso sin más o no. Quien se lo pueda tragar que siga con su vida feliz y dirigida, quien no pueda tendrá que pararse a reflexionar para tomar sus propias decisiones. Pero tampoco queremos engañarnos, hay convenciones sociales de las que ni siquiera somos conscientes y no podemos detectarlas. Si no las detectamos no las podremos cambiar.
Por Cástor y Pólux.
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