Llegamos al último día de este fin de semana tan largo. El calendario se ha aliado con nosotros para regalarnos estos días que han sido unas minivacaciones. Y el tiempo también se ha aliado para hacerlo todo más agradable, ya sabemos, aquí en el sur el sol y el azul del cielo forman parte de nosotros.
Pero la vida sigue su propio curso, y la intrincada red de sucesos y contingencias que el azar, el destino y el devenir se encargan de entrelazar nos traen hechos y noticias varias propias y ajenas, aunque en este mundo global en el que vivimos cada vez hay menos cosas que nos son ajenas.
Hoy mismo hemos tenido conocimiento de lo sucedido en Kiev, la capital ucraniana. Miles de manifestantes tirando una estatua de Lenin, símbolo del poder ruso del pasado, encarnado por esa amalgama mantenida con la tiranía militar llamada Unión Soviética, y de la influencia rusa actual, propia de un estado incapaz de liberarse de su pasado. Podrán pensar que ése es un análisis simplista, y lo es porque sólo habla de la raiz original del problema. Claro que los condicionamientos políticos actuales nada tienen que ver con los de antaño, pero la necesidad de tener un cuerpo de influencia que poder manejar en su propio interés parace no haber cambiado tanto.
La historia, generalmente, acaba poniendo a cada cual en su sitio, a pesar de ser reescrita en ocasiones en base a intereses particulares, pero el tiempo no tiene prisa y siempre acaba recorriendo el camino que desvela la mentira y la hipocresía de los que se dieron en llamar por ellos mismos grandes hombres o grandes estados. Y eso parece estar pasando con la ira desatada por el pueblo ucraniano, o al menos parte de él, destrozando la estatua de Stalin. No hablaremos de ese personaje de la historia, a sus hechos nos remitimos, pero a todos, no sólo los que hicieron de Rusia un gran y próspero país, sino también a los que sometiron a todo un pueblo.
Ucrania parece dividida. Por un lado seguir bajo la influencia de Rusia, que es lo que desea el gobierno actual, por otro abrirse a Europa y su comunidad económica. Europa no es garantía de progreso, que nos lo digan a quienes sufrimos la crisis que sus dirigentes no han sabido atajar como esperábamos, pero es garantía de futuro, de un posible futuro mejor y en libertad, al menos la libertad que permite el actual sistema económico dominante, que no es baladí, por más que la critiquen algunos paises del este y los de Oriente Medio, cuyo concepto de libertad nos parece a nosotros un eufemismo en toda regla. ¿Pero qué ofrece Rusia? Lo que ofrece Rusia es lo que ya tienen, apoyo a cambio de influencia.
Creemos que Ucrania sólo tiene un camino a pesar de que no sea fácil, y no es el continuismo de su actual gobierno. Debe independizarse de una vez por todas del colonialismo encubierto de Rusia, pero para eso antes deberá encontrar líderes capaces de realizar esa tarea. Creemos en ese camino porque estamos convencidos de que el cambio que supondrían las relaciones con Europa sería tarde o temprano beneficioso. Pero es sólo una creencia.
Cuando un pueblo busca su futuro en la calle a espaldas de sus gobernantes algo debe cambiar. No sabemos el grado de espontaneidad del movimiento popular y por eso no queremos profundizar más, pero es muy impactante ver a una muchedumbre tirar una estatua (todo un símbolo) y destruirla a base de mazazos. Sin duda ira contenida.
Pero la vida sigue su propio curso, y la intrincada red de sucesos y contingencias que el azar, el destino y el devenir se encargan de entrelazar nos traen hechos y noticias varias propias y ajenas, aunque en este mundo global en el que vivimos cada vez hay menos cosas que nos son ajenas.
Hoy mismo hemos tenido conocimiento de lo sucedido en Kiev, la capital ucraniana. Miles de manifestantes tirando una estatua de Lenin, símbolo del poder ruso del pasado, encarnado por esa amalgama mantenida con la tiranía militar llamada Unión Soviética, y de la influencia rusa actual, propia de un estado incapaz de liberarse de su pasado. Podrán pensar que ése es un análisis simplista, y lo es porque sólo habla de la raiz original del problema. Claro que los condicionamientos políticos actuales nada tienen que ver con los de antaño, pero la necesidad de tener un cuerpo de influencia que poder manejar en su propio interés parace no haber cambiado tanto.
La historia, generalmente, acaba poniendo a cada cual en su sitio, a pesar de ser reescrita en ocasiones en base a intereses particulares, pero el tiempo no tiene prisa y siempre acaba recorriendo el camino que desvela la mentira y la hipocresía de los que se dieron en llamar por ellos mismos grandes hombres o grandes estados. Y eso parece estar pasando con la ira desatada por el pueblo ucraniano, o al menos parte de él, destrozando la estatua de Stalin. No hablaremos de ese personaje de la historia, a sus hechos nos remitimos, pero a todos, no sólo los que hicieron de Rusia un gran y próspero país, sino también a los que sometiron a todo un pueblo.
Ucrania parece dividida. Por un lado seguir bajo la influencia de Rusia, que es lo que desea el gobierno actual, por otro abrirse a Europa y su comunidad económica. Europa no es garantía de progreso, que nos lo digan a quienes sufrimos la crisis que sus dirigentes no han sabido atajar como esperábamos, pero es garantía de futuro, de un posible futuro mejor y en libertad, al menos la libertad que permite el actual sistema económico dominante, que no es baladí, por más que la critiquen algunos paises del este y los de Oriente Medio, cuyo concepto de libertad nos parece a nosotros un eufemismo en toda regla. ¿Pero qué ofrece Rusia? Lo que ofrece Rusia es lo que ya tienen, apoyo a cambio de influencia.
Creemos que Ucrania sólo tiene un camino a pesar de que no sea fácil, y no es el continuismo de su actual gobierno. Debe independizarse de una vez por todas del colonialismo encubierto de Rusia, pero para eso antes deberá encontrar líderes capaces de realizar esa tarea. Creemos en ese camino porque estamos convencidos de que el cambio que supondrían las relaciones con Europa sería tarde o temprano beneficioso. Pero es sólo una creencia.
Cuando un pueblo busca su futuro en la calle a espaldas de sus gobernantes algo debe cambiar. No sabemos el grado de espontaneidad del movimiento popular y por eso no queremos profundizar más, pero es muy impactante ver a una muchedumbre tirar una estatua (todo un símbolo) y destruirla a base de mazazos. Sin duda ira contenida.
Por Cástor y Pólux.
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