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domingo, 15 de diciembre de 2013

"EL PUEBLO Y LOS POLÍTICOS", POR PÓLUX.

“EL PUEBLO Y LOS POLÍTICOS”
Por Pólux (15-12-2012)


Son muchas las ocasiones en las que he escuchado algún comentario peyorativo sobre la clase política, acusando a los políticos de quedarse con el dinero público, de corruptos, “chorizos”, estafadores…, como si la clase política estuviese por ello alejada del pueblo, no fuera representativa de éste. Y mientras, alguien se golpea el pecho por su propio honor, como si por decirlo fuera suficiente para ser creíble, clamando justicia por la actuación de esos políticos que no nos merecemos. Finalmente tenemos la percepción de que la clase política es corrupta.



Puede haber una clase corrupta, y de hecho en muchos países la ha habido y la hay, especialmente en los sistemas totalitarios o en los muy personalistas, donde el control sobre los políticos es menos efectivo, pues suelen ejercerlo sólo ellos.

Siempre he estado convencido, y de hecho ya me parece una obviedad, que en el caso de España, y de la mayoría de los países, la clase política no responde al estereotipo de la corrupción, sino al reflejo de la sociedad que nutre esa clase política. No quiero con ello decir que no haya corrupción, pues es evidente que la hay desde el momento en que se abusa a favor de intereses particulares de un cargo público. Lo que quiero decir es que esa corrupción creo que no está institucionalizada, sino que responde a la forma de ser de un pueblo.

Hay muchos principios que operan en la vida y que solemos aprender por la experiencia, por tanto no a edad temprana, y es una lástima porque suele ser muy útil tenerlos presentes y aplicarlos. Veamos uno que vienen al caso: “quien es capaz de lo menos es capaz de lo más”.

Vamos a ver antes un ejemplo de la aplicación de ese principio en sentido negativo. Cuando yo tenía ocho o nueve años aproximadamente, estando en un colegio religioso, un cura nos preguntaba a una clase entera si seríamos capaces de morir por Dios. Rápidamente todos respondimos que sí, por supuesto. Entonces el cura nos dijo algo así como lo siguiente: “Si pecáis constantemente, si sois incapaces de hacer un pequeño sacrificio por Dios como estar en silencio en misa cuando se os pide, no pelearos entre vosotros o no desobedecer a vuestros padres, ¿cómo vais a ser capaces de hacer un sacrificio tan grande como el de dar vuestra vida por Dios?” Aquello nos dejaba pensativos, y yo, no queriendo dar mi brazo a torcer, pensaba para mis adentros que ese cura no entendía que frente a lo pequeño claudicáramos precisamente por ser pequeño y no tener importancia, pero que frente a lo importante nos pudiésemos mantener firmes precisamente por ser importante. Pura inocencia la de ese pensamiento mío. La experiencia demuestra que el cura tenía razón, pues, por norma general, quien no es capaz de lo menos no es capaz de lo más, que es la versión en negativo del principio antes enunciado.

Pero vamos a ver un caso más directo. Ayer mismo estaba aparcando en un centro comercial cuando llegaron dos hombres en su coche y aparcaron en la única plaza reservada para minusválidos, justo al lado de la puerta de acceso. Ninguno era minusválido, pero se ve que ni tenían muchas ganas de andar ni ningún respeto por quien hubiera podido necesitar de verdad esa plaza y por todos los que aparcábamos respetándola. Sí, un pequeños gesto, pero muy revelador. ¿Cuántos engañan a Hacienda para pagar menos?, casi todos los que podemos. ¿Cuántos engañan sobre su trabajo para cobrar el paro, o para coger una baja innecesaria?, casi todos lo que podemos. ¿Cuántos han sisado algún euro a su empresa de una caja olvidada o en el recibo de una comida de empresa?, casi todos los que podemos. Y digo “casi” porque quiero creer que hay personas, aunque sean muy pocas, que no se prestan a esos chanchullos “sin importancia”. Pero si todo un pueblo está acostumbrado a hacer estas cosas, ¿por qué no va a seguir haciéndolo cuando en vez de estar en su puesto de trabajo esté en un cargo público?, ¿acaso pensamos inocentemente que el cargo cambia a las personas? No, el cargo no dignifica a las personas, son las personas las que han de dignificar el cargo.

Volvemos a decir “quien es capaz de lo menos es capaz de lo más”. Nuestro pueblo está habituado al engaño y la picaresca, y hará uso de ello en su vida personal, en su vida laboral y en su vida pública si la tiene, sólo que a nivel particular le estafaremos a hacienda 100 euros y en un cargo público estaremos ante la posibilidad de estafar 1.000.000 de euros. ¿Quiénes son los políticos si no las personas del pueblo que acceden a esos cargos? Los políticos son el reflejo del pueblo, como lo son otras clases trabajadoras. No vamos por ejemplo a invalidar a la clase docente porque uno, dos o diez profesores realicen malas prácticas.

El problema no son las personas, sino los controles efectivos para que todo ello no suceda, y a seo se ve que no están dispuesto los políticos, pues es ir contra ellos mismos, pero ése es otro problema.

Cuando seamos íntegros en nuestra vida personal, seremos íntegros en la vida pública, pero para ello algo debe cambiar en la educación de este pueblo y en su capacidad para respetar a los demás.

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