Vamos por el mundo absortos en nuestros problemas, en los pensamientos que cada día nos invaden, sin prestar atención a lo que nos rodea, a las pequeñas nuevas cosas que a cada instante aparecen.
Miramos pero no las vemos, oímos pero no las escuchamos, notamos pero no las sentimos. Nuestra atención está cautiva de una rutina que nos empobrece, que nos aleja de nuevos estímulos que podrían enriquecernos.
Nos hemos vuelto opacos a la luz nueva que fluye a nuestro alrededor. La rutina, el cansancio, el desinterés, la prisa, el estrés, la comodidad..., todo ello juega en nuestra contra, impidiéndonos ver más allá de nuestro cerco de seguridad, un cerco que nos da tranquilidad y a la vez nos limitada. ¿Hemos de romper ese cerco? Más bien habríamos de ampliarlo, de evitar que se convierta en una cárcel, en una muralla que además de evitar que entre el enemmigo nos impida que podamos salir.
El tiempo correo cada vez más aprisa, y va poco a poco agotándose. Nada podemos hacer respecto de lo segundo, pero ¿tendrá algo que ver todo lo que hemos dicho respecto de lo primero?
Por Cástor y Pólux.
No hay comentarios :
Publicar un comentario