FOTOGRAFÍAS.


PULSA AQUÍ PARA VER LA GALERÍA DE FOTOS DE CABECERA.

ENTRADA SUGERIDA:

MIRAR ARRIBA, ADENTRO O ABAJO.

No sé si mirar arriba, adentro o abajo, porque lo que encuentro frente a mí es más de lo mismo, de lo mismo que yo soy quiero decir. ...

sábado, 21 de septiembre de 2013

INTRODUCCIÓN. FOTOS, CINE, Y PAPELITOS EN LA COMIDA.

Hoy, como el fin de semana pasada, os traemos en la cabecea de nuestro blog una fotografía tratada con varios filtros. La que pondremos mañana utiliza la misma foto de partida, pero con filtros distintos. Mañana veréis el resultado.

Mañana, si todo va según lo previsto, tendremos una nueva colaboración de Prometeo, que nos hablará de la película de cine recientemente estrenada "Cruce de caminos".

El otro día, hablando con un buen amigo, nos vino a la memoria el sistema que utilizaba su madre para clasificar los alimentos una vez que los congelaba. Hay varios métodos para hacerlo, que pueden reducirse a los tres siguientes: colocarlos ordenadamente, usar bolsas de plástico con un espacio preparado para escribir el nombre del alimento, o coger un papelito, escribir el nombre con bolígrafo y ponerlo junto con la comida congelada. Esto último es lo que hacía la madre de nuestro amigo.

Pero, para desgracia de los comensales, y nosotros lo sufrimos en no pocas ocasiones, a la hora de calentar o preparar los alimentos se le olvidaba quitar el papelito. Había comidas en las que se apostaba a quién le tocaría. Normalmente lo retirabas con algo de asco y entre las risas de los demás, y a seguir. Además no se trataba de un papelito cualquiera, no, sino del más cutre, viejo y sucio que encontrara en ese momentos.

Pero en ocasiones los alimentos habían sido cocinados después de sacarlos del congelador. Ya os podéis imaginar el estado del papelito, irreconocible, y la tinta del bolígrafo esparcida por la comida formado parte de la salsa. Bien hubiera pasado por una receta vanguardista con base de emulsión de tinta de bolígrafo. En las manos apropiadas seguro que ese plato habría triunfado por su originalidad, pero sobre el mantel de aquella modesta mesa de comedor era un acto de constricción no pensar en el dichoso papelito.

Finalmente, para no ofender, y siempre que fuera visible, acababa uno cogiendo con disimulo el papelito y quitándolo de la vista, si es que no había que sacárselo de la boca con la mayor de las prudencias (a ver como se hace eso). Y por si fuer poco, ese día  se felicitaba a la madre porque no había aparecido.

Estamos seguros que más de una vez nos comimos el papelito deshecho entre la comida. ¿Nunca os ha pasado que sin saber por qué una comida os ha sentado mal?

Por Cástor y Pólux.

No hay comentarios :

Publicar un comentario