Que alguien sea gordo, flaco o calvo (por poner algún ejemplo) es algo que se evidencia por sí mismo, y por supuesto ni que decir tiene, pues es notorio y obvio, que cada uno es el primero que lo sabe.
Entonces, ¿por qué siempre hay alguien que va y lo dice a la cara? ¿Qué pretende diciendo lo evidente? Hay quien piensa que es por ganas de fastidiar. Nosotros creemos que eso es demasiado directo y evidente, que generalmente la razón es otra.
Hay personas incapaces de controlarse, de tener medida en lo que habla para evitar decir lo que a él mismo le molestaría, en definitiva falta de control y de empatía.
A algunas personas que hemos conocido y que se empeñan en que tienen que decir siempre la verdad resulta que no aguantan que se les diga a ellas. Esconden su falta de control y de empatía con una ilógica necesidad de decir la verdad.
Además hay una diferencia entre decir la verdad y decir lo obvio, entre la necesidad de decir algo y la innecesariedad de hacerlo, entre saber lo que puede sentir el otro y ser incapaz de saberlo. Y esa diferencia no saben verla quienes hablan en nombre de la verdad para decir lo que no saben callar.
Por Cástor y Pólux.
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