Llegó el viernes. Ayer nos pasó algo insólito. Llevamos ya varios
meses en nuestra atalaya, en la bella costa onubense, en la que nos encontramos
a gusto y desde la que buscamos las razones que creemos que desde aquí son más
fáciles de ver.
De repente nos
inundó una sensación de agobio, de presión. Necesitamos en ese momento
liberarnos de esa presión. ¿Qué nos la producía? Pensamos y pensamos, y vimos que la causa era la propia atalaya. Sí,
aquéllo que tanto necesitamos, que tanto bien nos ha hecho, donde tan a gusto
hemos estado …, parece volverse en nuestra contra. Pero tras un rato de
reflexión se nos aparecieron más claras las razones de aquélla sensación.
Todo, absolutamente todo, necesita una renovación, un cambio, para
que la rutina en que puede convertirse no acabe con la sensación de libertad. Y no sólo se trata de la rutina. A veces es el ánimo subjetivo y cambiante el que nos gasta malas pasadas, o simplemente lo que llamamos un "mal" día.
Lo importante es hacer algo para no perder la sensación de libertad. Sí, decimos sensación, pues ya discutiremos otro día si esa libertad que sentimos es real o no.
Por Cástor y Pólux.
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