¡Cuánta gente hay que merece la pena! Y cuánta que no lo parece e igualmente lo vale.
Tendemos a etiquetar a las personas que conocemos y a tratarlas y apreciarlas según esa etiqueta. Es un error muy común y muy humano, pero también muy injusto y hasta cruel.
Todos tenemos aspectos positivos y negativos, y con unas personas congeniamos más que con otras según las afinidades de esos aspectos. Pero perdernos lo mejor de alguien por haberle etiquetado sin conocerle, y eso no deja de ser una forma de empobrecimiento al que nosotros mismos nos sometemos.
Al final todos cometemos los mismo errores, pues todos tenemos la misma condición humana, pero no cabe duda de que hay gente admirable, entre otras cosas por que es capaz de mirar la vida con realismo y de forma positiva, y evitar esos defectos que a los demás nos parecen insalvables, o simplemente porque se enriquecen más al saber apreciar las virtudes propias y ajenas por encima de los defectos.
Eso sí, creemos que hay que huir de lo negativo y de las personas que sólo nos procuran negatividad, pero esa es otra cuestión.
Al final todos cometemos los mismo errores, pues todos tenemos la misma condición humana, pero no cabe duda de que hay gente admirable, entre otras cosas por que es capaz de mirar la vida con realismo y de forma positiva, y evitar esos defectos que a los demás nos parecen insalvables, o simplemente porque se enriquecen más al saber apreciar las virtudes propias y ajenas por encima de los defectos.
Eso sí, creemos que hay que huir de lo negativo y de las personas que sólo nos procuran negatividad, pero esa es otra cuestión.
Por Cástor y Pólux.
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