¿Os gustó la introducción de ayer de Adonis? ¿Y su foto? Seguro que sí.
Su foto en blanco y negro (podéis verla en la entrada de ayer, o pulsando aquí) nos dio que pensar. Captó la realidad en blanco y negro. Podemos pensar en principio que la realidad no es así. ¿Cómo es entonces? Pensaríamos que en color. ¿Seguro? La realidad es lo que captamos de ella, y la captamos en los colores que vemos por que son los únicos sensibles a nuestros ojos.
Ciertamente la realidad no es en blanco y negro, pero tampoco es de los colores que percibimos. Sabemos que el espectro electromagnético que capta como colores nuestros ojos es mucho más amplio. ¿Qué sucede con lo que no vemos? Existe porque sabemos que existe. Pero antes de saberlo, antes del progreso científico que nos llevó a ese conocimiento, no existía para nosotros. Y si tenía efectos sobre nosotros (como la radiación que nos quema la piel en verano cuanto nos exponemos demasiado al sol) no sabíamos interpretarlo. Se recurría a lo mágico o a la religión para dar sentido a lo inexplicable.
Ahora nos sucede lo mismo. Hay cosas que aún no conocemos, que ni siquiera intuimos porque no percibimos sus efectos o no sabemos interpretarlos.
Volvamos a preguntarnos, ¿cómo es la realidad? Sólo sabemos cómo vemos nosotros la realidad, y que vivimos con la imagen que nuestro cerebro elabora de ella a partir de los datos de que dispone. Somos animales bien adaptados a su entorno, pero sólo eso, adaptados a lo que percibimos. Lo que está más allá no forma parte de nosotros, al menos mientras no seamos conscientes de que está ahí.
Por Cástor y Pólux.
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