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sábado, 23 de febrero de 2013

ARTÍCULO. EL CONCEPTO DEL TIEMPO, por Pólux.


EL CONCEPTO DEL TIEMPO
Por Pólux (23-02-2013)


¿Qué es el tiempo? Miles de definiciones se han dado, algunas muy ocurrentes, pero todas tienen algo en común: que no aclaran nada sobre su naturaleza. ¿Hasta qué punto es real la división que hacemos entre pasado, presente y futuro?

Pareciera que el pasado sólo existe en nuestra memoria, pero la realidad parece rebatir esa idea. Cada cosa en cada momento es el resultado de infinidad de variables, y una de ellas lo sucedido con anterioridad. Un pensamiento es resultado de una elaboración previa, una playa es el resultado de una erosión que ha tenido lugar durante millones de años, una estrella es el resultado de la acreción de un material preexistente. El presente parece que sucede porque antes hubo un pasado, o hablando más propiamente, el presente contiene como efecto causas pasadas. No vamos a debatir aquí las consecuencias metafísicas del binomio causa-efecto, pero hemos de saber que es una discusión previa o complementaria a la del tiempo.

Si interrogantes plantea el pasado, más lo hace el concepto de presente, pues es más complicado “ubicarlo”. Asimilamos el pasado a la memoria, a lo vivido, a la causa que nos ha llevado al estado actual … Pero, ¿a qué asimilamos el presente?, ¿a un instante?, ¿a un punto? ¿Y qué sentido tiene ese instante que tal cual está desaparece para dejar paso al instante posterior?, ¿cuánto dura ese instante? Son malas preguntas, erradas en su sentido, porque no pueden responderse o la respuesta carece de sentido. Suele compararse el presente con un punto que va recorriendo una línea. Lo que queda detrás sería el pasado, el recorrido que aún falta sería el futuro. Pero estos ejemplos son simplificaciones excesivas cuya única validez es la de posibilitar imaginarse el presente.

El futuro, como el pasado, no tenemos muchos problemas en conceptualizarlo, no hay más que anticipar la “ubicación” del pasado. Pero así como parece que del pasado y del presente tenemos una “experiencia” directa, del futuro no es así, no sabemos que va a suceder hasta que lo hace. No se ha descubierto una ley, ni tenemos una teoría acerca del tiempo. Parece haber consenso en que es unidireccional, en que es inviolable que apunta siempre hacia el futuro. Pero en realidad sólo tenemos la experiencia de que, hasta ahora, siempre ha sido así. ¿Qué nos garantiza que a partir de mañana, o de dentro de tres horas, no deje de transcurrir el tiempo como ahora lo hace? Nada. El desconocimiento hace posible las cosas, y es eso lo que nos sucede con el tiempo. Sabemos tan poco que todo parece posible.

Generalmente no podemos hablar de espacio y de tiempo de forma independiente, ya nos lo enseñó ese genio llamado Albert Einstein. Eso nos da una pista sobre la naturaleza especial del tiempo, nos dice que estamos equivocados cuando pensamos en el tiempo de forma tradicional, como si de algo independiente se tratara.

Tendemos a conceptualizar todas las ideas, y a intentar objetivar todos los conceptos, y ello por la razón a la que acudimos tan a menudo, porque es la forma en la que nuestra mente aprehende la realidad. Y hay conceptos, como el de tiempo, que tal vez no puedan conceptualizarse, que tal vez no obedezcan a las leyes de nuestra comprensión, que tal vez no sean más que una ilusión de nuestra percepción.

Por otra parte, parece claro que el tiempo es sinónimo de cambio y de movimiento, pues apreciamos el paso del tiempo por los cambios que tienen lugar en las cosas. ¿Cómo sabríamos que transcurre el tiempo si todo fuera estático e igual, si el universo no se moviera, ni lo hicieran las manillas del reloj, si de pronto todo se quedara parado?

De hecho cuando se paran las manillas del reloj no decimos que el tiempo se ha parado, sino que el reloj es el que se ha parado,  porque seguimos observando cambios, movimientos en las cosas que lo rodean  en nosotros mismos. Y el movimiento es energía, en el más puro sentido físico de la palabra energía. Parece que el tiempo fluye porque también fluye el mundo. Si no hubiera nada susceptible de cambiar, no habría cambio, no habría energía.

En definitiva, ¿cuál es la naturaleza del tiempo? ¿Existe realmente el tiempo o es una consecuencia de la forma en que nuestra mente aprehende y se comunica con la realidad? No podemos quitar de un plumazo el concepto de tiempo, pues está implícito (y también de forma explícita) en nuestra concepción del mundo, por más que se escape a la racionalización de nuestra mente.

No he pretendido aquí estudiar la naturaleza del tiempo, ni sus implicaciones filosóficas, sólo referir que se trata de un concepto de difícil definición y comprensión, lo que nos lleva a poner en duda, a veces, su existencia real. Pero poner eso en duda tiene también otras implicaciones y consecuencias poco admisibles. Está claro que habrá que volver sobre este tema con argumentos y presupuestos más elaborados. No es fácil arrojar luz sobre la disyuntiva entre entender el tiempo como una realidad física o como una ilusión de nuestro entendimiento. Mientras tanto, dejemos pasar el tiempo …

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