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sábado, 26 de enero de 2013

INTRODUCCIÓN. NUESTRO SILLÓN.

Un día nos sentamos en un sillón a leer, ver la televisión o descansar, y descubrimos lo cómodo que se está en él. Por supuesto queremos repetirlo, y después, cada vez que podemos, nos sentamos cómodamente para pasar un rato agradable. Pasado un tiempo deseamos sentarnos en el sillón no ya para leer o descansar, sino por lo cómodo que se está en él. Finalmente lo único que queremos es "tirarnos" en el sillón, y acabamos viviendo instalados en él.

Como es más fácil mirar al mundo desde nuestro cómodo sillón, perdemos el interés por levantarnos. Al ser conscientes de nuestra excesiva dependencia del sillón nos sentimos culpables pero como sabemos que vamos a seguir sentados un día tras otro, pues, a pesar de todo, preferimos la comodidad, asumimos ese sentimiento de culpabilidad, y para sobrellevarlo acabamos enfocándolo fuera de nosotros. Siempre podemos encontrar algo fuera de nosotros que está mal a lo que echarle las culpas. ¡Cómo nos engañamos para no sentirnos culpables!

En la vida encontramos muchos "sillones" en los que nos queremos sentar cómodamente y no levantarnos. Acabamos quejándonos de ello para no asumir el sentimiento de culpa que nos produce. Y así entramos en una rueda de quejas, culpas, malestares, pero ... no nos levantamos del sillón, porque en él se está muy bien. ¿Qué pretendemos? Nos quejamos pero no hacemos nada para evitarlo, ah, claro, es que la culpa no es nuestra. ¿Veis las nubes de la foto de hoy y las que están en el horizonte? Eso es lo que nos espera por no tomar las riendas de nuestra vida, o al menos por no intentarlo. Siempre nos podemos equivocar, pero si seguimos sentados en el sillón nos equivocaremos seguro.

Ya hablábamos este jueves pasado de la queja, y de como suele ir asociada a la imposibilidad de hacer algo al respecto. Nos quejamos de nuestra mala situación y no hacemos nada para evitarla, ¿Por qué? puede ser por nuestra educación, por nuestra mentalidad amoldada al sentir de un tiempo que evoluciona tan rápidamente que la hace quedar desfasada ... Lo que importa, más que la causa, es darle una solución. No podemos vivir de espaldas a una realidad que amenaza con devorarnos. Hemos de encontrar nuestras razones y motivaciones para actuar, es lo único que hará que encontremos placer en levantarnos del sillón.

Os dejamos hasta mañana con cuatro nuevas sugerencias que podéis encontrar en los títulos móviles.

Buen fin de semana.

Por Cástor y Pólux.

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