"Quiero ser feliz". A veces nos da cierto reparo decir esa frase por el reconocimiento implícito que supone de no ser feliz. Cuando deseo algo es porque no lo tengo.
Pero la felicidad es algo tan personal y relativo que de poco sirve manifestar que se ha obtenido, pues no puede probarse. Ni siquiera puede extrapolarse de una persona a otra su significado.
Que hay ciertos valores más o menos universales sobre lo que puede producir felicidad, como la tranquilidad, la independencia económica o el estar contento con uno mismo y los demás, no significa gran cosa, pues la vivencia personal de cada uno es tan íntima que dificulta esa universalidad, relativizando la concepción que cada uno tiene sobre un mismo término.
La felicidad es tan personal que sólo uno mismo, en su fuero interno, sabe realmente si la tiene. Además se parece a las estrellas fugaces, que aparecen y desaparecen, volviéndose de pronto más intensas para volver luego a bajar su intensidad.
Tal vez al decir "quiero ser feliz" lo que se intenta decir es "quiero volver a ser feliz".
Por Cástor y Pólux.
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