Ya estamos instalados en nuestra nueva atalaya en las costas onubenses, muy cerca de donde ya lo estuvimos en la pasada primavera. Respirar este aire con olor mezcla de salitre, pinos, jaguarzos y otros matorrales nos evocan tantos recuerdos ...
Nos recordamos subiendo médanos, divisando el mar, caminando sobre un manto de pinochas, descubriendo nuevos lugares, lejanos, solitarios, únicos ...
¡Cómo cambian las vivencias conforme va pasando el tiempo! Algunos entendidos lo explican por el impacto que producen las vivencias cuando se tienen por primera vez. Ya más mayores va siendo más difícil encontrar una primera vez para algo.
Pero no sabemos bien por qué esa explicación nunca nos ha satisfecho plenamente. Estamos casi seguros de que hay algo más, algo relacionado con la forma en que la perspectiva de la vida nos hace percibir la realidad. Tendríamos que meditar más sobre esto.
Sin embargo nuestra atalaya nos proporciona unas sensaciones que necesitamos, que irrumpen con fuerza en nuestro interior, que mantienen parte de esa magia de la primera vez. Al menos eso nos parece, pero cuidado, las apariencias engañan. Hemos de ir con cuidado para entender con realismo. Es fácil dejarse llevar. Estaremos alerta.
Por Cástor y Pólux.
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